«Si es verdad que Dios es justicia, no hay que olvidar que es sobre todo amor: si odia el pecado es porque ama infinitamente a toda persona humana».
Dios «nos ama a cada uno de nosotros y su fidelidad es tan profunda que no nos deja desalentarnos, ni siquiera por nuestro rechazo».
Comentando el pasaje bíblico de la mujer adúltera (San Juan 8, 11) por Él perdonada, explicó: «Jesús no entabla una discusión teórica con sus interlocutores, una discusión teórica sobre la ley de Moisés: no le interesa ganar una disputa académica, sino que su objetivo es salvar un alma y revelar que la salvación sólo se encuentra en el amor de Dios».
«Por esto vino a la tierra, por esto morirá en la Cruz y el Padre le resucitará al tercer día.»
«Jesús vino para decirnos que nos quiere a todos en el Paraíso y que el Infierno, del que se habla poco en nuestro tiempo, existe y es eterno para quienes se cierran el corazón a su amor.»
«Por tanto, también en este episodio comprendemos que nuestro verdadero enemigo es el apego al pecado, que puede llevarnos al fracaso de nuestra existencia.»
«Sólo el perdón divino y su amor recibido con corazón abierto y sincero nos dan la fuerza para resistir al mal y para no “pecar más” [palabras de Jesucristo a la mujer adúltera -vete y no peques más-], para dejarnos golpear por el amor de Dios, que se convierte en nuestra fuerza».
«La actitud de Jesús se convierte de este modo en un modelo que tiene que seguir toda comunidad, llamada a hacer del amor y del perdón el corazón palpitante de su vida.»
Benedicto XVI, Roma 26 marzo del año 2007
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