"¿No sabes tú, que desde siempre, desde que hay hombre sobre la tierra, el gozo de los malos es breve, y la alegría del impío un instante?
Aunque su arrogancia alcance hasta el cielo, y su cabeza toque las nubes, como su estiércol, para siempre perecerá; los que le vieron dirán: "¿Donde está?". Como un sueño volará, y no lo hallarán; desaparecerá cual visión nocturna. El ojo que le vio no le verá más, no verá otra vez su lugar. Sus hijos andarán pidiendo el favor de los pobres, y sus manos restituirán su riqueza. Sus huesos llenos aún de juvenil vigor, yacerán con él en el polvo.
Por dulce que sea el mal en su boca, y por más que lo oculte bajo su lengua, si lo saborea y no lo suelta, si lo retiene en su paladar, su manjar se convierte en sus entrañas, hiel de áspid se volverá en su interior.
Se tragó riquezas, pero las vomitará; Dios se las arrancará de su vientre. Chupará veneno de áspides, y la lengua de la víbora le matará.
Jamás verá los arroyos, los ríos, los torrentes de miel y leche.
Devolverá lo que ganó y no se lo tragará; será como riqueza prestada, en que no se puede gozar.
Por cuanto oprimió y desamparó al pobre, robó casas que no había edificado, y no se hartó su vientre, por eso no salvará nada de lo que tanto le gusta.
Nada escapaba a su voracidad, por eso no durará su prosperidad.
En medio de toda su abundancia le sobrevendrá la estrechez; toda clase de penas le alcanzará.
Cuando se pone a llenarse el vientre, (Dios) le manda el furor de su ira, y hará llover sobre él su castigo.
Si huye de las armas de hierro, le traspasará el arco de bronce.
Se saca (la flecha) y sale de su cuerpo, se la arranca de su hiel cual hierro resplandeciente, y vienen sobre él los terrores; una noche oscura traga sus tesoros, le consumirá fuego no encendido (por hombre); devorará cuanto quedare en su tienda.
El cielo descubrirá su iniquidad, y la tierra se levantará contra él. La riqueza de su casa desaparecerá, será desparramada en el día de Su ira.
Tal es la suerte que Dios al impío tiene reservada, y la herencia que Dios le ha asignado".
Fuego no encendido: Todos convienen en que se indica en este lugar, la condición del fuego del infierno, que abrasa pero no alumbra, y como interpreta M. León, se enciende sin ser soplado, y quema sin estar expuesto al aire. (Mons. Dr. Juan Straubinger)
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