San Miguel Arcángel pesando las almas en el Juicio Final

lunes, 6 de marzo de 2023

La aparición del Anticristo

 


La aparición del Anticristo 060423[1]

          Aparece una imagen de un cristo, envuelto en luz; es una luz opaca, mortecina, apagada, pero es luz. El cristo de la imagen aparenta estar vivo. A primera vista parece una imagen hermosa, pero al mirarlo con detenimiento, crece el horror, que es tanto más intenso, cuanto más se lo mira. Su mirada es vacía, dura, arrogante, desafiante, arrogante. No es la mirada serena, que transmite paz, del Cristo de la Divina Misericordia. Los cabellos del cristo empiezan a agitarse, como cuando hay viento, pero no es cabello: son serpientes, larvas de gusanos, arañas, alacranes, insectos de todo tipo, que entran y salen de la falsa cabellera. Lo mismo en la barba del cristo; aquí, al acercar la mirada, se ve además que está formada por serpientes, y entre las serpientes, se esconden demonios. En la falsa aureola, se esconden espectros, fantasmas, demonios. De pronto, la luz mortecina se apaga, dando paso a la oscuridad, que envuelve y absorbe el rostro del cristo, para luego regurgitarlo. Cuando aparece de nuevo, el rostro está horriblemente deformado y afeado: los ojos son dos cuencas vacías y negras, como las de un esqueleto; la falsa cabellera se agita fuertemente; la totalidad del rostro se deforma y se mueve constantemente, transmitiendo un horror imposible de describir. Se escuchan alaridos, gritos de desesperación, aullidos de dolor. Entonces dice: “Yo soy el que no-soy; yo soy el que era y no será más; yo soy el Anticristo y vengo por ustedes. Yo soy el Falso Mesías y es a mí a quien deben adorar y no al Impostor. Vengo a buscarlos, para arrastrarlos a las profundidades más oscuras del Abismo. Yo vengo para abolir el pecado, sin quitarlo, a diferencia del Impostor, que sí les quitaba sus pecados; yo vengo para suprimir el Sacrificio del altar, para que ya no tengáis la Sangre que sí os quita vuestros pecados. Yo soy el Falso Cordero, que quita sin quitar vuestros pecados; por mí llegarán a mi padre, el Ángel caído. Yo exacerbaré vuestras pasiones más depravadas para que por ellas seáis arrastrados al lugar donde no hay redención. Si al Impostor lo seguíais por amor, de mí quisierais escapar por el terror. Vengo para conduciros a mi padre, Satán. Me precede el Falso Profeta, que preparó el camino para mi llegada con la falsa doctrina de la apostasía. Yo soy el Anticristo”.



[1]             La siguiente reflexión está basada en dos elementos principalmente: la Doctrina Católica acerca del Anticristo (numeral 675 del Catecismo de la Iglesia Católica: La última prueba de la Iglesia, 675: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne” (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22) y las imágenes del Anticristo retratadas por la Inteligencia Artificial (IA).


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