“Absolutamente, no hay otro vicio que pueda ser razonablemente comparado con este, que sobrepasa a todos en suciedad. Por este vicio, de hecho, viene la muerte del cuerpo y la destrucción del alma; mancha la carne, extingue la luz de la mente, expulsa al Espíritu Santo del templo del interior del hombre, y lo remplaza con el demonio, provocador de la lujuria. Remueve completamente la verdad de la mente y la orienta hacia la falsedad. La sodomia pone trampas en el camino del hombre y, cuando cae en ellas, no le deja escapar. Este vicio abre las puertas del infierno y cierra las puertas del Cielo, y convierte a los ciudadanos de la Jerusalén celestial en los herederos de la Babilonia infernal.”
San Pedro Damián
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