«¡EL INFIERNO NUNCA TERMINA! "
Cuando llegamos a los pastos ese día, Giacinta se sentó pensativamente en una roca.
- Giacinta, ven a jugar.
- No quiero jugar hoy
- ¿Por qué no quieres jugar?
- Porque estoy pensando. Esa señora nos dijo que recitemos el
Rosario y haciendo sacrificios por la conversión de los pecadores. Ahora cuando decimos el Rosario, tenemos que recitar el Ave María y el Padre Nuestro entero. Y sacrificios, ¿cómo debemos hacerlos?
Francesco descubrió inmediatamente un buen sacrificio:
- ¡Le damos nuestro aperitivo a las ovejas, y hacemos el sacrificio de no comer!
En cuestión de minutos, toda nuestra comida fue distribuida a la manada. Y así, pasamos un día de ayuno, como ni el más austero Certaino lo hubiera hecho.
Giacinta siguió sentada en su roca, considerada, y preguntó:
- ¡Esa señora hasta dijo que muchas almas se van al infierno! ¿Qué demonios es esto?
- Es un pozo de animales y un incendio muy grande (así me espía mi mamá), y los que cometen pecados y no se confiesan entran en ella; y luego siempre se deja ardiendo.
- Y ya no sale de ahí? ¡No!
- ¿Y después de muchos, muchos años?
- No; ¡el infierno nunca termina! ¡Y tampoco el cielo! Los que van al Cielo ya no salen de ahí. Y tampoco quién va al infierno. ¿No entiendes que son eternos, que nunca terminan?
Así que, por primera vez, meditamos en el infierno y la eternidad. Lo que más impresionó a Giacinta fue la eternidad.
Incluso durante el partido, a veces preguntaba:
- Pero escucha; entonces, después de muchos, muchos años, ¿el infierno no termina todavía?
Otros tiempos:
- Y esa gente que está ahí ardiendo no muere? ¿Y no se convierte en cenizas? Y si oramos mucho por los pecadores, de ahí los librará el señor? ¿Y los sacrificios también? ¡Pobrecitas! ¡Tenemos que orar y hacer muchos sacrificios por ellos!
Y entonces añadiría:
- ¡Esa señora es tan buena! ¡Él ya ha prometido llevarnos al cielo!
Del libro "Recuerdos de Santa Lucía"
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