Los condenados están en el abismo infernal como dentro de una ciudad malaventurada, en la cual sufren indecibles tormentos en todos los sentidos y miembros; porque como emplearon en el pecado todos sus miembros y sentidos, sufrirán en todos ellos las penas correspondientes al pecado. Los ojos, por sus licenciosas e ilícitas miradas, sufrirán la horrible visión de los demonios y del infierno; los oídos, por haberse deleitado con discursos malos, jamás oirán ' otra cosa, sino llantos, lamentaciones y desesperación, y as los demás.
Además de todos estos tormentos, hay otro todavía mayor, que es la privación y pérdida de la gloria de DIOS, de la cual los condenados están excluidos para siempre. Si Absalón juzgó que el estar privado de ver el amable rostro de su padre David era más penoso que su destierro, ¿cuál será, DIOS mío, la pena de estar para siempre privado de ver vuestro dulce y suave rostro?
Sobre todo, considera la eternidad de las penas, pues ella sola basta para hacer el infierno insoportable. Si la picadura de una pulga en una oreja o el ardor de una ligera calentura es suficiente para que juzguemos larguísimo e insufrible el corto espacio de una noche, ¡qué espantosa será la noche de la eternidad con tantos tormentos! De esta eternidad, nacen la desesperación eterna, la rabia y las blasfemias infinitas.
Santa Catalina de Siena vio entre los condenados, muchas almas en extremo atormentadas por haber violado la santidad del matrimonio, lo cual sucedió (decía ella misma) no por la grandeza del pecado, por que los homicidios y las blasfemas con mas enormes, sino por cuanto los que le cometen no hacen caso del, y por el consiguiente continúan en el largo espacio.
Bien ves tú, pues, que la castidad es necesaria a toda clase de gentes.
Qué difícil será para el genero humano, entonces, evitar estos tormentos que nos describe el Santo. LA HUMANIDAD EN ESTE TIEMPO DE LA HISTORIA, ESTÁ SUMERGIDA EN EL PECADO... Y AL RESPECTO, PERSONALMENTE SIENTO UN PROFUNDO TEMOR...
ResponderEliminar