La existencia del infierno es un dogma de la Iglesia definido en el IV Concilio de Letrán (1.215) y explicado en muchos documentos del Magisterio.
Que la Paz de nuestro Señor Jesús, esté contigo!
Querido hermano en Cristo, el mes de Julio nos encuentra al igual que todos los dias 7 de cada mes, unidos en la oración fraterna del Santo Rosario, oración mariana principal y arma eficaz por excelencia contra la maldad del Infierno.
La existencia del demonio es uno de los temas mas controvertidos en nuestra Iglesia en la actualidad, cuestionado en gran medida por los mismos hombres de Fe, quienes sumidos en un modernismo engañoso, niegan la existencia de este nefasto personaje reduciéndolo a simple mito popular. Pero la realidad va mas allá de toda discusión y polémica: El Infierno existe y encuentra en Satanás la figura del tentador, el ser maligno espiritual capaz de hacer todo lo que esté a su alcance con un solo fin: Alejar al hombre de la presencia de Dios, con el objetivo de ganar su alma poco a poco y conducirla hacia el eterno final: el Infierno.
He aquí que se presenta para el Cristiano verdadero esa lucha espiritual a la que San Pablo se refiere magníficamente en su Carta a los Efesios, “Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sinó contra los Principados y Potestades, contra los soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio” (Ef. 5, 12). Esta lectura, nos da una idea acabada de la calidad del enemigo y del peligro que significa para nuestra alma: se trata de un enemigo invisible, sutil, es una fiera que acecha constantemente a su presa con el propósito de destrozarla en sus fauces y devorarla en la condenación para toda la eternidad.
Debemos tener en cuenta que en esta lucha sin cuartel, que comienza apenas tenemos uso de razón, no se camina solo: La Gracia de Dios, recibida por medio del Don del Espíritu Santo en el Bautismo, nos acompañará como una marca de fuego grabada en nuestros corazones y el Cielo entero nos asistirá en esta batalla personal contra la tentación y la insidia del maligno.
Pero no podemos subestimar nuestra debilidad. La carne es débil y la Gracia Divina solo puede actuar con plenitud si nos predisponemos enteramente a ella, es por eso que nuestra Madre del Cielo insiste en varios de sus mensajes del peligro que nos acecha y nos incentiva a una vida en Cristo, una vida de entrega completa a la Voluntad Divina, en donde encontramos la asistencia del Espíritu Santo a la hora del discernimiento, la intervención de nuestro Ángel de la Guarda “soplando” en nuestra conciencia y advirtiendo ante el peligro de pecado, las almas del purgatorio en una asistencia que poco tenemos en cuenta pero que nos libra de mas de un contratiempo, el mismo San Miguel Arcángel, príncipe de las milicias celestiales, presto para asistirnos en el momento de batalla y aún así, cuando nuestra debilidad nos haga caer, estará esperándonos nuestra Virgen para cobijarnos y refugiarnos en Su Inmaculado Corazón y pedir así por medio del arrepentimiento la Misericordia Divina.
DOCTRINA CATOLICA
EL DEMONIO, EL INFIERNO Y SU INFLUENCIA EN NUESTRA VIDA
Demonio: Nombre general de los espíritus malignos, dichos
Espíritus son los ángeles caídos expulsados del
Cielo, tras rebelarse contra Dios. El jefe de estos
Ángeles rebeldes es Lucifer o Satanás (Mateo 25)
Dios no creó demonios, sino ángeles, espíritus puros, dotados con
Gracia santificante, muy hermosos y capaces de bondad. Dios dotó a
Todos los ángeles con libertad para elegir el bien y el mal. Hay que
Tener en cuenta que esa elección de la que gozan los ángeles es
Mucho mas radical que la nuestra, ya que de acuerdo a lo que elijan
será su condición por toda la eternidad, si eligen el bien, eterno bien
si eligen el mal, eterno mal. A diferencia nuestra, siempre que
pecamos tenemos la posibilidad del arrepentimiento y la Misericordia
de Dios esperándonos.
Lucifer y sus seguidores, por orgullo, pecaron, quisieron separarse de Dios y se llenaron de maldad. Es así que se les negó la visión beatífica.
¿De dónde vino esta maldad? La maldad es causada por una opción libre de separarse de Dios. Es una carencia, una ruina.
Por ejemplo, cuando un auto choca se queda dañado. El daño no es una creación sino la ruina del auto. Los demonios fueron creados como los demás ángeles. Se transformaron en demonios por su pecado. Se pervirtieron sus poderes angelicales los cuales usan para el mal. Dios sabía que algunos ángeles se rebelarían pero los creó porque Dios toma la libertad en serio, hasta sus últimas consecuencias. Pero igualmente el bien tiene y tendrá consecuencias. Si solamente pudiésemos hacer el bien no seríamos libres y no tendría mérito.
Los demonios residen en el infierno y no gozan de los beneficios de la redención de Cristo. Los demonios, sin embargo, no perdieron su capacidad racional, sino que la utilizan para el mal. Dios les permite ejercitar influencia limitada en las criaturas y las cosas.
El demonio no es una fábula como algunos, para su desgracia, piensan. Su existencia real ha sido siempre enseñada por la Iglesia en su magisterio ordinario. Desmentir la existencia del demonio es negar la revelación divina que nos advierte sobre nuestro enemigo y sus tácticas. Jesucristo vino para vencer al demonio y liberarnos de su dominio que se extendía por todo el mundo sin que pudiésemos por nuestra cuenta salvarnos.
Jesucristo vence al demonio definitivamente en la Cruz.
La actividad del demonio en la tierra sin embargo continuará hasta el fin de los tiempos. La parusía manifestará plenamente la victoria del Señor con el establecimiento de su Reino y el absoluto sometimiento de todos sus enemigos. Mientras tanto Dios permite que vivamos en batalla espiritual en la cual se revela la disposición de los corazones y nos da oportunidad de glorificar a Dios siendo fieles en las pruebas. Ahora debemos decidir a que reino vamos a pertenecer, al de Cristo o al de Satanás. Si perseveramos fieles a Jesús a través de las pruebas y sufrimientos, el demonio no podrá atraparnos.
Tenemos en la Iglesia todos los medios para alcanzar la gracia ganada por Jesucristo en la Cruz. Dios es todopoderoso y, si estamos en comunión con El, no debemos temer al enemigo. Mas bien debemos temer el separarnos de Dios pues sin su gracia estaríamos perdidos.
Todos los santos lucharon con valentía contra el demonio pues los sostenía la fe. Sus vidas son modelos que nos demuestran como vivir en el poder de Jesucristo la vida nueva.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica:
2852 "Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8, 44), "Satanás, el seductor del mundo entero" (Ap 12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota, toda la creación entera será "liberada del pecado y de la muerte".[136] "Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno" (1 Jn. 5, 18-19):
El Señor que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os guarda contra las astucias del diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al demonio. "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Rm. 8, 31).
La Existencia del demonio y su influencia en nuestra vida esta reconocida
En nuestra Iglesia desde los primeros tiempos, convalidados por los
Concilios de Braga y de Letrán, además de ser un tema tratado en varias
Ocasiones por los Padres y Doctores de la Iglesia.
El problema es que con el correr de los tiempos, las nuevas doctrinas y
Una peligrosa modernización de la pedagogía catequística, ha llevado a
Que ya no se tenga muy en cuenta la figura del demonio como instigador
De la perdición de nuestra alma. Lo que lo hace mas peligroso aún.
LUCIFER PRINCIPE DE LOS DEMONIOS, CONDENADO A LAS TINIEBLAS
Lucifer, príncipe de las tinieblas, es quien tiene a su cargo las legiones infernales, es él quién encabezó la rebelión contra Dios, que lo precipitó A la condenación eterna junto con legiones de ángeles que se sumaron a su terrible empresa.
Veamos ahora a la luz del evangelio el estado privilegiado que tenía Lucifer y la razón de su
Caída.
“Por haberse estirado en su altura levantando su copa hasta las nubes, y haberse engreído su corazón por su grandeza” (Ezequiel 31)
“Tu esplendor ha caído en el Seol...¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la Aurora?...Te decías en tu corazón: el cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono...Subiré a las alturas de las nubes, seré igual al Altísimo” (Isaías 14)
“Tú eras el dechado de la perfección, lleno de sabiduría y de espléndida belleza. En el Edén, jardín de Dios, vivías. Innumerables piedras preciosas adornaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, carbunclo y esmeralda; de oro era el borde de tu manto, de oro las incrustaduras, todo a punto desde el día en que fuiste creado. Como un querubín protector yo te había puesto en el Monte Santo de Dios. Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y pecados; y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor. Y Yo te he derribado en tierra y te he presentado como espectáculo a los reyes” (Ezequiel 28)
EL PECADO DE LUCIFER
...”no sea que llevado del orgullo venga a caer en la misma condenación en que cayó el diablo” (1ª. Timoteo 3)
“El que obra la justicia es justo; quien peca es del Diablo, porque el Diablo es pecador desde el principio” (I Juan 3)
“Dios no perdonó a los ángeles pecadores, sino que, precipitados en el infierno, los entregó a las prisiones tenebrosas en espera del juicio” (II Pedro 2)
“Dios creó al hombre para la incorrupción y le hizo a imagen de Su propio ser. Mas por la envidia del diablo entró la muerte al mundo y la experimentan los que le pertenecen” (Sabiduría 2)
“El Señor ha reservado en eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, para el juicio del gran día, a los ángeles que no conservaron su dignidad sino que perdieron su propia mansión” (Judas)
“Por haberse estirado en su altura levantando su copa hasta las nubes, y haberse engreído su corazón por su grandeza, Yo le he entregado en manos del príncipe de las naciones para que proceda con él conforme a su maldad; le he desechado” (Ezequiel 31)
“Tu esplendor ha caído al Seol...¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la Aurora?...Te decías en tu corazón: el cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono; en el monte de la asamblea me sentaré, en lo último del Norte. Subiré a las alturas de las nubes, seré igual al Altísimo” (Isaías 14)
“Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y pecados; y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor” (Ezequiel 28)
LA EXPULSION DE LUCIFER DE LA PRESENCIA DE DIOS
“Yo veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo” (Lucas 10)
“Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra” (Apoc. 12)
“El Diablo ha descendido hacia vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo” (Apocalipsis 12)
“Dios no perdonó a los ángeles pecadores, sino que, precipitados en el infierno, los entregó a las prisiones tenebrosas en espera del juicio” (II Pedro 2)
“El diablo fue arrojado al estanque de fuego y de azufre, donde están la Bestia y el Falso Profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20)
“El Señor ha reservado en eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, para el juicio del gran día, a los ángeles que no conservaron su dignidad sino que perdieron su propia mansión” (Judas)
“Tu esplendor ha caído al Seol...¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la Aurora?...Te decías en tu corazón: el cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono...Subiré a las alturas de las nubes, seré igual al Altísimo” (Isaias 14)
“Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. El Dragón y sus ángeles combatieron, pero no pudieron prevalecer y no hubo puesto para ellos en el cielo. Y fue precipitado el gran Dragón, la serpiente antigua, que se llama “Diablo” y “Satanás”, el seductor del mundo entero, y sus ángeles fueron precipitados con él” (Apocalipsis 12)
“Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y pecados; y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor. Y Yo te he derribado en tierra y te he presentado como espectáculo a los reyes” (Ezequiel 28)
Nombres dados al Demonio en la Biblia:
Abaddón (Apoc 9)
ángel del abismo (Apoc 9)
ángel de luz (II Cor 11)
Apolyon (Apoc 9)
Asmodeo (Tob 3)
Beelzebul, príncipe de los demonios / dios de Acarón (Mat 10 y 12, Mar 3, Luc 11, II Rey 1)
Belial (II Cor 6)
Demonio (Jud 9, Hech 10)
Diablo (Apoc 2, 12 y 20, Mat 4, 13 y 25, Hech 13, Juan 6, 8 y 13, Luc 4 y 8, I Juan 3,
I Tim 3, Sabi 2, I Ped 5, Sant 4, Hebr 2, Efe 4 y 6, II Tim 2)
dios de este siglo (Efe 2, II Cor 4)
gran Dragón (Apoc 12)
hijo de la aurora (Isa 14)
Legión (Luc 8)
el Maligno (Mat 13, I Juan 2, 3 y 5, II Juan 5, II Tes 3, Efe 6)
príncipe (Dan 10)
príncipe de la potestad del aire (Efe 2)
príncipe de este mundo (Juan 12, 14 y 16)
Satán (Job, I Crón 21, Zac 3)
Satanás (Mat 4 y 16, Marc 1, 4 y 8, Juan 13, Luc 10, 11, 13 y 22, Rom 16, I Cor 5,
II Cor 11 y 12, I Tim 1, I Tes 2, II Tes 2, Apoc 3, 12 y 20, Job 1 y 2, Hech 5 y 26)
Serpiente antigua (Apoc 12)
el que está en el mundo (I Juan 4)
EL INFIERNO
Si hay un peligro mortal ante nosotros, el amor exige a quienes lo saben alerten a todos cuanto antes. El infierno es no solo un peligro mortal sino también eterno. Es en realidad la desgracia total y definitiva que nos puede ocurrir.
Dios es amor. “quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la Conversión” (2 Pedro 3,9). Por ese amor infinito envió a su único Hijo, quien se hizo hombre y murió por nuestra salvación. Pero si no nos convertimos a el en el tiempo limitado que tenemos en la tierra, si nos obstinamos en seguir viviendo en pecado mortal, entonces iremos al Infierno. No podremos culpar a Dios. El ya hizo Su parte, nos abrió las Puertas del Cielo. Pero jamás nos forzará a entrar.
Los que niegan el infierno no conocen la Palabra de Dios y están separados de la Iglesia. Se dejan llevar por un mundo que se burla u opta por ignorar las realidades más importantes. Pero les ocurrirá como a los compatriotas de Noé que se reían mientras el construía el arca para sobrevivir el diluvio. Todos los que se burlan también morirán y no podrán escapar la realidad.
Los cristianos no debemos basar nuestra buena conducta en miedo del infierno sino en amor a Dios. Pero al mismo tiempo es saludable recordar que hay un justo castigo. En momentos de ceguera y debilidad, cuando la tempestad de la tentación es recia, pensar en el infierno es saludable y provechoso en caso que nuestro amor esté debilitado.
El infierno es un lugar y estado de eterna desdicha en que se hallan las almas de los réprobos y pecadores sin arrepentimiento. La existencia del infierno fue impugnada por diversas sectas. También la negaron todos aquellos que no creen en la inmortalidad del alma (materialismo). Actualmente por ignorancia o por conveniencia sobre este tema muchos niegan su existencia.
Naturaleza del Suplicio del Infierno
La escolástica distingue dos elementos en el suplicio del infierno:
La pena de daño (suplicio de privación): Corresponde al apartamiento voluntario de Dios que se realiza por el pecado mortal; la pena de daño, que constituye propiamente la esencia del castigo del infierno, consiste en verse privado de la visión beatífica de Dios.
la pena de sentido (suplicio para los sentidos). Corresponde a la conversión desordenada a la criatura. La pena de sentido consiste en los tormentos causados externamente por medios sensibles (es llamada también pena positiva del infierno). La Sagrada Escritura habla con frecuencia del fuego del infierno, al que son arrojados los condenados; designa al infierno como un lugar donde reinan los alaridos y el crujir de dientes... imagen del dolor y la desesperación.
El fuego del infierno fue entendido en sentido metafórico por algunos padres y algunos teólogos posteriores, los cuales interpretaban la expresión «fuego» como imagen de los dolores puramente espirituales, -sobre todo, del remordimiento de la conciencia- que experimentan los condenados. El magisterio de la Iglesia no ha condenado esta sentencia, pero la mayor parte de los padres y casi todos los teólogos modernos suponen la existencia de un fuego físico o agente de orden material, aunque insisten en que su naturaleza es distinta de la del fuego actual.
Propiedades del Infierno
E t e r n i d a d: Las penas del Infierno duran toda la eternidad (dogma de fe). La verdad revelada nos obliga a suponer que la voluntad de los condenados está obstinada inconmoviblemente en el mal y que por eso es incapaz de verdadera penitencia. Tal obstinación se explica por rehusar Dios, a los condenados, toda gracia para convertirse.
D e s i g u a l d a d: La cuantía de la pena de cada uno de los condenados es diversa según el diverso grado de su culpa (de sentido común).
Los concilios de Lyón y Florencia declararon que las almas de los condenados son afligidas con penas desiguales. Probablemente esto no se refiere únicamente a la diferencia específica entre el castigo del solo pecado original y el castigo por pecados personales, sino que también quiere darnos a entender la diferencia gradual que hay entre los castigos que se dan por los distintos pecados personales.
COMBATE ESPIRITUAL
“El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: el vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda”. - Apocalipsis 2,11
En este mundo libramos un combate espiritual que decidirá nuestro destino eterno. ¡Que pocos lo entienden! Una de las tácticas del enemigo es mantenernos dormidos, distraídos con mil cosas vanas que engañan nuestros sentidos para así vencernos y ganar nuestra alma para el infierno.
Debemos saber cual es la meta de nuestra vida: No es aumentar placeres, ni hacernos ricos ni famosos. Es mas bien vivir para siempre como hijos amorosos y fieles de Dios. Desearlo con todo el corazón es la mas alta y gloriosa empresa. En esto consiste la perfección cristiana y la verdadera vida espiritual. No se trata de hacer algunas buenas obras para sentirnos buenos. No confundamos los medios, que son las prácticas de nuestra fe con el fin que es el reino de Jesús dentro de nuestros corazones.
Juan Pablo II, 17 feb. 2002 (1er domingo de cuaresma)
Exortó a la vigilancia «para reaccionar con prontitud a todo ataque de la tentación».
Habló de las armas del cristiano «para afrontar el diario combate contra las sugerencias del mal: la oración, los sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la Palabra de Dios, la vigilancia y el ayuno».
Estos medios ascéticos, inspirados por el mismo ejemplo de Cristo, siguen siendo indispensables hoy, pues «el demonio, "príncipe de este mundo", continúa todavía hoy con su acción falaz».
“La Armadura del Cristiano” (Efesios 6, 13-17)
“Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos. Permanezcan de pié, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la Paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la Fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la Salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”.
Mensaje N° 28 (13-12-99, 17:00 Hs.)
(Veo a la Virgen llorar sangre y le oigo decir:)
"Satanás se está involucrando. Orad, orad, orad. Donde podáis, pero orad. Orad en vuestras casas, orad en vuestros trabajos. Haced que mi corazón sea vuestro. Ayunad. Ayunad los viernes, el ayuno es muy fuerte. Hay que seguir la mirada de Jesús y como yo ya os dije, no temáis a nada, siempre triunfa la fe, siempre triunfa el Señor. Yo siempre os invito a la oración para así aumentar el amor entre mis hijos. No busquéis consuelo en las tinieblas, Dios es vuestra Salvación, Él es el amor."
SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Este Arcángel es reconocido como el Príncipe de las milicias Celestiales, al mando de un ejército de innumerables ángeles. Combate directamente contra las huestes de Satanás. Se lo representa generalmente como un ángel con coraza y blandiendo en alto una espada, mientras pisa a Satanás bajo sus pies.
Marcia ha recibido la visita y el mensaje de este Arcángel y lo describe como un muchacho de aproximadamente 14 años, de cabello negro, lacio y de un largo medio, ojos azules de mirada penetrante, carece de alas y viste simplemente una túnica hasta los pies. Su piel es muy blanca y su tono siempre es grave.
Siempre debemos invocar su presencia al comenzar el día o al notar un ambiente pesado o un clima enrarecido a nuestro alrededor o cuando nos sintamos perturbados sin sentido alguno.
San Miguel Arcángel:
“¡Orad delante de la Santa Cruz!
Orad, orad para desterrar a Satanás. Él se burla de vosotros con toda clase de caminos que
os llevan a la perdición.
Solo un camino debéis recorrer y Jesucristo es el Verdadero Camino.
Orad, Satanás se está apoderando de muchas almas. Bajo muchos aspectos se esconde.
Orad, orad. Ya vuestra Santa Madre os lo ha dicho. Con la oración del Santo Rosario, es un
alma que ganáis para Dios.
Orad, hijos del Altísimo, que la Pasión de vuestro Señor Jesucristo sea valedera”.
Mensaje N° 360 (27-Sep-01, 16.00 hs.)
Oración de Invocación a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, Príncipe gloriosísimo de las milicias celestiales,
Defensor nuestro en los combates y luchas terribles contra el enemigo infernal,
Ven en auxilio de los hombres, combatiendo al frente del ejército de los Santos Ángeles,
En la batalla del Señor contra el orgulloso Lucifer y sus seguidores.
Tú Príncipe invencible, socorre al Pueblo de Dios y llévalo a la victoria.
Tú a quien la Santa Iglesia venera como su custodio y patrono y se honra de tenerte como escudo defensor contra la maldad del Infierno.
Tú a quien Dios Todopoderoso te ha confiado las almas para conducirlas hasta la celestial Beatitud,
Ruega por nosotros ante Dios, Señor de la Paz, a fin de que el Demonio sea humillado y vencido
Y no pueda tener a los hombres bajo su esclavitud ni dañar a la Santa Iglesia,
Ofrece ante el Trono del Altísimo nuestras plegarias a fin de que la Misericordia Divina descienda sobre nosotros y que el infernal enemigo jamás pueda seducir ni perder al pueblo cristiano.
Así sea.
La Medalla de San Benito
San Benito y el Cenáculo
Cuando rezamos el Santo Rosario en nuestro Cenáculo, en las oraciones Jaculatorias, pedimos e invocamos la protección de San Benito Abad a fin de que preserve al Grupo de oración, a nuestras familias y a nosotros mismos de la acechanza del maligno.
Por recomendación de nuestra Madre, debemos llevar puesto además de nuestro crucifijo, la medalla de San Benito con el poderoso exorcismo a fin de preservarnos en forma especial. Y colocar también esta medalla sobre puertas y ventanas de nuestro hogar, de forma que se pueda ver la cara de la medalla en la que se encuentra la Cruz, para proteger a nuestra familia.
Cabe destacar que esta medalla, como todo. Debe acompañarse por la oración diaria, la vida acorde a los preceptos de las Iglesia y la observancia constante de nuestros actos tendientes a la santidad.
A continuación, mostramos la medalla, con sus iniciales, su significado en latín o exorcismo y su traducción al castellano:
Crux Sancti Patris Benedicti.
Cruz del Santo Padre Benito.
Crux Sancta Sit Mihi Lux
Non Draco Sit Mihi Dux
Vade Retro Satana
Numquam Suade Mihi Vana
Sunt Mala Quae Libas
Ipse Venena Bibas La Santa Cruz sea mi luz,
no sea el demonio mi guía.
¡Apártate, Satanás!
no sugieras cosas vanas,
maldad es lo que brindas,
bebe tú mismo el veneno.
Mensajes de Nuestra Madre
Mensaje N° 75 (4-3-00, 20:50 Hs.)
"Me apareceré mañana para daros guía para la vigilia. Nunca dejéis de rezar, no os distraigáis.
Comienza la Cuaresma.
Recordad que en aquellos días, vuestro Señor fue tentado pos Satanás. Lo mismo os pasará a vosotros, pero debéis rechazarlo por medio de la oración de San Miguel Arcángel, orad, donde sea pero orad, y orad por los otros, ya no quiero perder mas hijos."
(Veo a la Virgen que se saca el Corazón y nos lo acerca con sus manos y dice:) "Ved como sangra, aliviadlo con vuestras oraciones y penitencias. No olvidéis la misión que os fue encomendada, Dios os designó.
Ayunad y Yo os digo: durante el día del ayuno, por momentos sentiréis hambre, es ese el momento que debéis ofrecer. Orad para obtener fuerzas, no lo cortéis, Satanás ve vuestras debilidades y no le gusta que trabajéis para Dios.
Si quiero que vosotros dos (se refiere a dos personas del grupo) os consagréis a mi Inmaculado Corazón, pues aún no lo habéis hecho. Os amo y vosotros no podéis imaginar cuanto. Orad también porque mi Corazón sea aliviado y porque el dolor que mi Corazón siente no se multiplique.
Evitad los pecados. No debéis usar los Nombres Sagrados para hacer bromas, decidlo a todos, vosotros no os dais cuenta, pero eso ofende a Dios. Debéis orar para no dar pasos en falso. Yo aparecí acá porque os estabais distrayendo y os olvidabais de orar.
Debéis pedir humildad y obediencia para salvaros. Os agradezco por haber respondido a mi llamado.
No permitáis que Satanás os separe de Dios y que os desuna a vosotros.
A cada uno os daré una tarea especial, pues os elegí. Yo veo vuestros corazones y vuestros sentimientos. Dejaos tocar por el Espíritu Santo. Vuelvo al Cielo.
Amén, amén y amén."
Oraciones para alejar al maligno
Oración Para alejar a Satanás
"Jesús Luz del mundo, ayudadme,
Jesús, Luz del mundo, socorredme;
Jesús, Luz del mundo,
Tomadme de la mano,
y dirigidme hacía vuestra Luz .
Que, vuelva Satanás a las entrañas
del infierno.
Amén.”
(“Oradla hasta que vuestros corazones se tornen calmos")
(Mensaje N° 67-09/02/00)
Oración Para alejar a Satanás
“Jesús que sois la Luz, a auxiliadme.
María Inmaculada, socorredme.
Amor de Dios, Misericordia Divina,
venid a mi corazón,
Para poder así rechazar a Satanás.
San Miguel Arcángel,
Príncipe de las Milicias,
venid a auxiliamos,
auxiliad a las almas,
aquellas a quien Satanás quiere perder,
Quiere alejar de Dios.
Orgulloso Satanás,
alejaos de mí,
volved al Infierno,
Volved de donde habéis salido.
En el Nombre del Padre, y en el Nombre del Hijo, y en el Nombre del Espíritu Santo, amén”.
(Mensaje N°74-03/03/00)
Jesucristo habló claramente del infierno.
En el Nuevo Testamento se le llama "gehenna":
Mateo 5:22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.
Mateo 5:29 Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
Mateo 10:28 «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.
Mateo 23:33 «¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?
Santiago 3:6 Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos.
El Catecismo de la Iglesia Católica
1033.Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3,15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
1034. Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5, 22.29; 13, 42.50; Mc 9, 43-48)
reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse, y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de mí, malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41).
1035. La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf DS 76; 409; 411; 80 1; 858; 1002; 135 1; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.
1036. Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" (Mt 7, 13-14)
Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con El en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y rechinar de dientes" (LG 48).
1037. Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegarias diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2 P 3:9).
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