Santa Teresa de Jesús nos cuenta sobre EL INFIERNO: “Un día murió cierta persona, que había vivido harto mal y por muchos años. Murió sin confesión, mas con todo esto no me parecía a mí que se había de condenar. Estando amortajando el cuerpo, vi muchos demonios tomar aquel cuerpo y parecía que jugaban con él... Cuando echaron el cuerpo en la sepultura, era tanta la multitud de demonios, que estaban dentro para tomarle, que yo estaba fuera de mí de verlo y no era menester poco ánimo para disimularlo.
Consideraba qué harían de aquel alma, cuando así se enseñoreaban del triste cuerpo. Ojalá el Señor hiciera ver esto que yo ví a todos los que están en mal estado, que me parece fuera gran cosa para hacerlos vivir bien” (Vida 38, 24).
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