La caída de los ángeles rebeldes.
Las Sagradas Escrituras enseñan que hay ángeles buenos y ángeles malos. La bifurcación de los ángeles a los ángeles buenos (como San Miguel) y los ángeles malos (como satanás) es discutido por Santo Tomás en la Summa Theologiae, I, q. 63-64. Vamos a echar un vistazo.
Siguiendo pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, Santo Tomás enseña que los ángeles fueron probados. Algunos ángeles se adhirieron a Dios y fueron recompensados con la visión beatífica de la esencia de Dios (ángeles buenos) y algunos se rebelaron y perdieron la gracia (ángeles malos o demonios). Según la tradición cristiana, satanás fue una vez un serafín y el ángel supremo de todos.
UN DEFECTO APARECIÓ EN LOS ÁNGELES MALOS
Tomás cita a Job 4:18:
“En sus ángeles, halló maldad.” Cuando fueron creados, los ángeles no tienen la visión beatífica de la esencia de Dios. Eran literalmente ciegos a la visión de Dios.
Fueron probados primero (algunos dicen que por una visión de Cristo encarnado en María, ver Apocalipsis capítulo 12) y ciertos ángeles no podían aceptar el servicio a Dios si implicaba servir a una especie menor, en concreto la especie humana.
Una tercera parte de los ángeles cayeron y se convirtieron en demonios.
María de Agreda relata que cuando Lucifer se enteró de que el Logos se hizo hombre a través de una madre humana, Lucifer, la más alta de todas las criaturas, demandó el honor de convertirse en la Madre de Dios. Quería que la unión hipostática se produjera a través de él.
Esta es otra razón por la que hay enemistad perfecta entre satanás y María (cf. Gn 3,15). También es la razón por María tiene ahora el lugar más alto en el cielo.
EL ORGULLO Y LA ENVIDIA DE LOS DEMONIOS
Tomas cita a San Agustín, que dice que
el diablo “no es un fornicador ni un borracho ni nada por el estilo tipo, sin embargo, es orgulloso y envidioso.” (Ciudad de Dios, 14, 3)
Lucifer y un tercio de los ángeles cayeron a causa del orgullo y la envidia.
Tomas explica que el diablo quería ser Dios y cita a Isaías 14:13-14:
“Subiré al cielo… y seré semejante al Altísimo”
San Agustín también confirma que
satanás “deseaba ser llamado Dios” (ver a su respecto el Antiguo Testamento, 113).
Y Miguel, un ángel inferior, dirigió la carga contra Lucifer y sus ángeles caídos diciendo en voz alta: “Mi Cha El”, que en hebreo significa “¿Quién como Dios?”.
Por eso Miguel aparece como el gran capitán que es el encargado de la mejor parte de la humanidad. Esta tradición da paso a la creencia católica de que Miguel es el patrón de los ejércitos católicos, y también un protector de los cristianos contra el demonio. La tradición también le asigna la función de dirigir el alma a Dios en la hora de la muerte para el juicio – algo que se menciona en el Ofertorio de la misa romana de los Muertos {Signifer S. Michael repraesentet eas en lucemsanctam} hasta las revisiones litúrgicas de 1970.
San Agustín relata la caída de los ángeles malos en el libro del Génesis:
“Y vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas” (Génesis 1:4).
Tomas recoge esta alegoría de Agustín, e identifica la separación aquí como la división de los ángeles buenos de los ángeles malos que se convirtieron en “oscuros”.
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