Razones para no celebrar Halloween por parte de un católico
Es una fiesta pagana y sobre
todo, anti-cristiana.
Origen. En el siglo VI A.C.,
los celtas del norte de Europa celebraban la noche del 31 de octubre la fiesta
de “Samhein”, el cual es el dios pagano celta de la muerte y se celebraba de
forma brutal y bestial, y era tan brutal y bestial que incluso los romanos la
prohibieron[1].
Se celebra en esta festividad el hecho de que el
ocultamiento del sol marcaba el fin del verano y de las cosechas. Pero además
de estacional, tenía un carácter pseudo-espiritual: los paganos creían que se
abría una especie de portal de oscuridad -que confundían con el otoño y el invierno-
y de muerte, cuando en realidad era simplemente el fin de la estación del verano.
Los celtas creían que aquella noche, en la que finalizaba el verano, el dios de
la muerte -Samhain- permitía a los difuntos retornar a la tierra, creando un
ambiente de terror.
Según
la religión celta, las almas de algunos difuntos se encontraban dentro de
animales feroces y podían ser liberadas con sacrificios de toda índole a los
dioses, incluyendo sacrificios humanos[2].
Una
forma de evitar la maldad de los espíritus malignos, fantasmas, brujas,
condenados en el infierno y numerosos monstruos era disfrazándose para tratar
de asemejarse a ellos y así pasar desapercibido ante sus miradas.
Otra
razón para no festejarla es porque esta fiesta pagana fue incorporada por el
satanismo moderno, de manera que forma parte de las “fiestas” litúrgicas de la
Iglesia Satánica.
Esto
se sabe por el testimonio de algunas personas que practicaron el satanismo y
luego se convirtieron al cristianismo; según estos testimonios, Halloween es la
más importante fiesta para los cultos demoníacos porque se inicia el nuevo año
satánico, de manera tal que el “festejado” principal es el diablo. Podemos
decir también que esta festividad pagana-demoníaca se ha convertido en la
antítesis de la Fiesta de Todos los Santos de la Iglesia Católica: así como el
Cielo celebra a los santos, a los que están en el Cielo, así el Infierno celebra
a los que están en el Infierno, a los condenados.
Esto
es muy importante tener en cuenta, porque en esta fecha se produce un aumento
significativo de sacrificios de animales y de seres humanos, sobre todo niños y
jóvenes -no olvidemos que el aborto es considerado como un ritual religioso en
el que los satanistas ofrecen al niño abortado a Satanás como un obsequio
espiritual-; además, es la época del año en el que se cometen la mayor cantidad
de profanaciones de la Eucaristía en las iglesias católicas.
Todo
en esta fiesta es supersticioso y es fruto de la divinización del demonio pero también
de la naturaleza: el origen de la calabaza con una vela encendida en su
interior es el siguiente: los celtas creían que un hombre llamado Jack O’Lantern,
un condenado al infierno, no había sido recibido en el infierno por haber
gastado muchas bromas al demonio y entonces estaba destinado a vagar en la
tierra con un vegetal que contenía una vela encendida dentro; para ahuyentarlo,
la superstición hizo que el vegetal se convirtiera en una calabaza con una luz
adentro, que es lo que actualmente simboliza a Halloween. Esto demuestra una
divinización de la naturaleza, porque se le atribuye a un vegetal -la calabaza-
el hecho de ahuyentar al alma de un condenado, lo cual no tiene sentido en el
cristianismo, pues es Cristo quien vence al Infierno y no la naturaleza.
Por
último, numerosos exorcistas han advertido repetidamente a los cristianos, que
no deben celebrar esta festividad pagana, por los peligros que implica el
contacto con el satanismo. Por ejemplo, el Padre Amorth, un célebre exorcista, relataba,
entre otros casos, el caso de un niño que quedó poseído al colocarse un disfraz
de Halloween. No quiere decir que pase en todos los casos, pero es una
advertencia que no hay que dejarla de lado.
Los
católicos, además de no festejar esta fiesta pagana, podemos y debemos hacer
otra cosa: hay una devoción a la Virgen, bajo la advocación de “Nuestra Señora de
la Eucaristía”[3],
mediante la cual podemos y debemos reparar las ofensas y profanaciones a la
Eucaristía que se producen en Halloween.
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