Para saberlo, veamos qué es Halloween: es una celebración
pagana, de origen celta, en la cual los druidas o magos celtas, en la noche del
31 de Octubre, recorrían las casas pidiendo alimentos para celebrar el inicio
de la oscuridad -es decir, el inicio del momento del año en el que los días se
acortan y las noches se alargan-; a esta fecha la llamaban "Samhain", y celebraban al dios de la muerte. Para los
brujos, acostumbrados a trabajar con las tinieblas –con los ángeles caídos-, la
noche tiene un significado mágico, y es que en ese momento, los demonios están
más activos. En este recorrido, si alguien no se los concedía, los maldecían. El
recorrido lo hacían munidos de un nabo hueco en el que se representaba el
rostro del demonio al que invocaban para la maldición- al pasar a EE.UU. el
nabo fue reemplazado por una calabaza hueca-, y en cuyo interior colocaban un
cirio encendido: éste es el origen de las calabazas huecas y de la frase que
repiten los niños “truco o trato”, es decir, la extorsión que consiste en pedir
un dulce si no se quiere sufrir una broma dañina.
¿Qué festejan los magos o brujos celtas? Festejan el inicio
del Año Nuevo Satánico -Samhain- y adoran al dios de la muerte, que no es otro que Satanás, el Ángel caído; es la festividad
satánica más importante, según lo declaran los mismos satanistas, como el
fundador de la Iglesia Satánica, Anton Zsandor Lavey.
No es inocuo festejar Halloween, puesto que el uso –aunque sea
sin intenciones de practicar la brujería- de los disfraces típicos de
Halloween, implica abrir las puertas de la propia vida, de la propia
existencia, al influjo satánico, lo cual quiere decir posesiones, vejaciones
diabólicas, infectaciones diabólicas, etc. Es decir, es “atraer”, como si de un
imán se tratara, todas las cosas malas que sólo el Diablo puede dar.
Existen testimonios autorizados, como el del P. Gabriel
Amorth, quien en una conferencia afirmó que tuvo que hacer el exorcismo de un
niño que quedó poseso luego de haberse disfrazado para Halloween.
¿Qué hacer?
Ante todo, oponernos a celebrar esta festividad satánica y
pagana, porque se puede decir que es el Infierno el que celebra a sus
habitantes; nosotros, como cristianos católicos, debemos festejar a los
habitantes del cielo, los santos, y celebrar al Cordero de Dios, que es el que
da de su santidad a los santos.
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