Ana Catalina Emmerich dice que EL INFIERNO es “un país de infinitos tormentos, un mundo horrible y tenebroso “. Muchas veces, cuando ella iba al cementerio a orar por las almas, sentía quiénes estaban condenadas. Dice: “Veía salir como un vaho negro que me estremecía de algunos sepulcros. En estos casos, la idea viva de la santísima justicia de Dios era para mí como un ángel que me libraba de lo que había de espantoso en tales sepulcros “.
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