Demonio: Nombre general de los espíritus malignos, ángeles caídos (expulsados del cielo). El jefe de estos ángeles rebeldes es Lucifer o Satanás (Mat 25).
"Si alguno dice que el diablo no fue primero un ángel bueno hecho por Dios, y que su naturaleza no fue obra de Dios, sino que dice que emergió de las tinieblas y que no tiene autor alguno de sí, sino que él miso es el principio y la sustancia del mal, como dijeron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema. (Concilio de Braga, 561; Denzinger 237).
"Creemos que el diablo se hizo malo no por naturaleza, sino por albedrío." (IV Concilio de Letrán, 1215, Denzinger 427).
"La muerte de Cristo y Su resurrección han encadenado al demonio. Todo aquél que es mordido por un perro encadenado, no puede culpar a nadie más sino a sí mismo por haberse acercado a él." -San Agustín.
“Toda la vida humana, la individual y colectiva, se presenta como una lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas”. (Concilio Vat II, Gaudium et Spes #13)
“A través de toda la Historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas que, iniciada en los orígenes del mundo, dudará, como dice el Señor, hasta el día final”. (Ibid, #37)
Acerca de los demonios
Los demonios residen en el infierno y no gozan de los beneficios de la redención de Cristo. Los demonios, sin embargo, no perdieron su capacidad racional, sino que la utilizan para el mal. Dios les permite ejercitar influencia limitada en las criaturas y las cosas.
El demonio no es una fábula como algunos, para su desgracia, piensan. Su existencia real ha sido siempre enseñada por la Iglesia en su magisterio ordinario. Desmentir la existencia del demonio es negar la revelación divina que nos advierte sobre nuestro enemigo y sus tácticas.
Jesucristo vino para vencer al demonio y liberarnos de su dominio que se extendía por todo el mundo sin que pudiésemos por nuestra cuenta salvarnos.
Jesucristo vence al demonio definitivamente en la Cruz. La actividad del demonio en la tierra sin embargo continuará hasta el fin de los tiempos. La parusía manifestará plenamente la victoria del Señor con el establecimiento de su Reino y el absoluto sometimiento de todos sus enemigos. Mientras tanto Dios permite que vivamos en batalla espiritual en la cual se revela la disposición de los corazones y nos da oportunidad de glorificar a Dios siendo fieles en las pruebas. Ahora debemos decidir a que reino vamos a pertenecer, al de Cristo o al de Satanás. Si perseveramos fieles a Jesús a través de las pruebas y sufrimientos, el demonio no podrá atraparnos.
Tenemos en la Iglesia todos los medios para alcanzar la gracia ganada por Jesucristo en la Cruz. Dios es todopoderoso y, si estamos en comunión con El, no debemos temer al enemigo. Mas bien debemos temer el separarnos de Dios pues sin su gracia estaríamos perdidos.
Todos los santos lucharon con valentía contra el demonio pues los sostenía la fe. Sus vidas son modelos que nos demuestran como vivir en el poder de Jesucristo la vida nueva.
El catecismo de la Iglesia Católica sobre el demonio:
2850 La última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de Jesús: "No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno" (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno individualmente, pero siempre quien ora es el "nosotros", en comunión con toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia humana. La Oración del Señor no cesa de abrirnos a las dimensiones de la Economía de la salvación. Nuestra interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se vuelve solidaridad en el Cuerpo de Cristo, en "comunión con los santos".
2851 En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El "diablo" ["dia-bolos"] es aquél que "se atraviesa" en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.
2852 "Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8, 44), "Satanás, el seductor del mundo entero" (Ap 12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota, toda la creación entera será "liberada del pecado y de la muerte".[136] "Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno" (1 Jn 5, 18-19):
El Señor que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os guarda contra las astucias del diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al demonio. "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Rm 8, 31).
2853 La victoria sobre el "príncipe de este mundo" (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de este mundo, y el príncipe de este mundo ha sido "echado abajo" (Jn 12, 31).[138] "El se lanza en persecución de la Mujer", pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, "llena de gracia" del Espíritu Santo es librada del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción inmaculada y Asunción de la santísima Madre de Dios, María, siempre virgen). "Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos" (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 17.20), ya que su Venida nos librará del Maligno.
2854 Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. Orando así, anticipa en la humildad de la fe la recapitulación de todos y de todo en Aquel que "tiene las llaves de la Muerte y del Hades" (Ap 1, 18), "el Dueño de todo, Aquel que es, que era y que ha de venir" (Ap 1, 8): Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
¿Creó Dios a los demonios?
Dios no creó demonios sino ángeles, espíritus puros, dotados con gracia santificante, muy hermosos y capaces de bondad. Dios dotó a todos los ángeles con libertad para escoger el bien y el mal. Lucifer y sus seguidores, por orgullo, pecaron, quisieron separarse de Dios y se llenaron de maldad. Es así que se les negó la visión beatífica.
¿De dónde vino esta maldad? La maldad es causada por una opción libre de separarse de Dios. Es una carencia, una ruina.
Por ejemplo, cuando un carro choca se queda dañado. El daño no es una creación sino la ruina del carro. Los demonios fueron creados como los demás ángeles. Se transformaron en demonios por su pecado. Se pervirtieron sus poderes angelicales los cuales usan para el mal.
Dios sabía que algunos ángeles se rebelarían pero los creó porque Dios toma la libertad en serio, hasta sus últimas consecuencias. Pero igualmente el bien tiene y tendrá consecuencias. Si solamente pudiésemos hacer el bien no seríamos libres y no tendría mérito.
Armas contra Satanás
Dios nos da en la Iglesia todas las armas para vencer al demonio.
Juan Pablo II, 17 feb. 2002 (1er domingo de cuaresma)
Exortó a la vigilancia «para reaccionar con prontitud a todo ataque de la tentación».
Habló de las armas del cristiano «para afrontar el diario combate contra las sugerencias del mal: la oración, los sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la Palabra de Dios, la vigilancia y el ayuno».
Estos medios ascéticos, inspirados por el mismo ejemplo de Cristo, siguen siendo indispensables hoy, pues «el demonio, "príncipe de este mundo", continúa todavía hoy con su acción falaz».
El Papa pidió entusiasmo en «el camino penitencial de la Cuaresma para estar preparados a vencer toda seducción de Satanás y llegar a Pascua en la alegría del espíritu».
Recurrimos también a los sacramentales. Entre ellos agua, aceite y sal exorcizadas. Estos se utilizan en los exorcismos según las fórmulas del Ritual Romano.
Oraciones de liberación
De nuestro correo
¿Si rezamos por nuestros enemigos, debemos también rezar por el demonio?
No. por el demonio no rezamos. La razón de rezar por nuestros enemigos es para que se conviertan. Los seres humanos en esta tierra hacen el mal pero sus actos están limitados por sus pasiones y sus límites de entendimiento. Están todavía en tiempo de prueba y podrían convertirse. Le tocará a Dios juzgarlos. Pero el demonio si sabe plenamente lo que hace porque tiene un entendimiento pleno de sus actos sin las pasiones que ciegan a los hombres. Los demonios han decido por el mal irreversiblemente, ya han sido juzgados y condenados por Dios para siempre.
En los corazones de Jesús y María,
Padre Jordi Rivero
¿Perdonará Dios a los demonios?
Una pregunta que me he hecho en varias oportunidades, y que de hecho en alguna ocasión le hice a mi director espiritual, pero que aún no he podido obtener una respuesta sólida es la siguiente: Si la misericordia de Dios es infinita, ¿cabría la posibilidad que Dios perdonara a aquél Luzbel que alguna vez se rebeló contrato su poder y que fue derrotado y expulsado del Reino divino por San Miguel Arcángel? Si es cierto que los ángeles, por ser superiores a los hombres, sólo tuvieron una oportunidad para manifestar su fidelidad al Señor Todopoderoso, quiere ello decir entonces que su misericordia se predica solo hacia los hombres y no hacia todos sus hijos, incluyendo dentro de este rango a los ángeles, arcángeles y serafines?
Respuesta:
Los ángeles tienen un intelecto muchísimo superior al nuestro. Sus decisiones son irrevocables porque son hechas sabiendo muy bien lo que hacen y sus consecuencias. Los demonios no desean perdón. Ellos odian a Dios y a los hombres y no tienen ningún arrepentimiento. El odio los consume. Es un estado permanente de su voluntad malévola. Por eso no pueden ser perdonados. No es que a Dios le falte misericordia sino que los demonios no quieren a Dios y por ende, tampoco quieren Su perdón.
También para aquellos que mueran en pecado mortal el infierno será condenación eterna. Esta verdad es doctrina de la Iglesia.
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