San Miguel Arcángel pesando las almas en el Juicio Final

domingo, 28 de abril de 2013

Los únicos destinos posibles en la otra vida: Cielo, Purgatorio, Infierno






Mucha gente se pregunta sobre el sentido que tiene la existencia del Purgatorio, dentro del Plan de Dios. En realidad, la existencia del Purgatorio es la consecuencia natural de varios factores que Dios introdujo cuando, haciendo uso de Su Omnipotencia Creadora, dio forma final al hombre como punto máximo de Su Obra.



En primer lugar, Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza en muchos aspectos, uno de los cuales y quizás el central, es haberle dado una voluntad propia. La Voluntad de Dios, Su Fiat Creador, hizo al mundo, y así Dios quiso que también el hombre tuviera su propia voluntad, como El la tiene. Naturalmente que esto da origen al libre albedrío que todos tenemos, puerta abierta a nuestra libertad de optar entre el bien y el mal.

Como consecuencia de esta libertad que Dios nos da, surgen la Misericordia y la Justicia Divinas, las cuales no pueden ser vistas separadamente, nunca, ya que se complementan y unen. Dios es infinitamente Misericordioso, pero también es infinitamente Justo. La Misericordia de Dios se refleja, de este modo, en Su infinita capacidad de perdonarnos, si nos arrepentimos, y también en el Amor que El vuelca sobre el mundo todo el tiempo, tratando de salvarnos. La Cruz es el punto máximo de la Misericordia de Dios Padre hacia Nosotros, a través de la cual entregó la Vida de Su Hijo Amado, por nuestra salvación. Y también es un acto de infinita Misericordia el Pentecostés, a través del cual Dios nos envió Su Santo Espíritu para que nos guíe e inspire, como miembros de Su Santa Iglesia.

Pero, sin la Justicia Divina, la Misericordia estaría incompleta. Dios debe diferenciar a los justos, aquellos que le son fieles, de aquellos que haciendo uso de su libre albedrío, optaron por el camino de la oscuridad. Ejercer la Justicia Divina es motivo de tremendo dolor para Dios, ya que El prefiere que los hombres nos salvemos todos, y no tener que acudir a Su Justicia. Pero, no es El quien nos condena, sino somos nosotros los que nos alejamos de El y de Su promesa del Reino, lo rechazamos. Si entregamos nuestra voluntad a Dios, haciendo lo que El desea y no lo que nosotros deseamos, nos unimos a El y Su Amor. En cambio, si tomamos el camino de la soberbia, y creyéndonos un dios rechazamos lo que Dios espera de nosotros, haciendo nuestra propia voluntad, nos alejamos del Amor y nos sujetamos a la Justicia del Creador. La Justicia Divina, de este modo, es necesaria para poder diferenciar el distinto uso que las almas hacemos del libre albedrío que Dios nos dio como Don supremo.

El Cielo y el infierno

Puestas así las cosas, tenemos nuestro libre albedrío, reflejo de poder ejercer nuestra propia voluntad, y también tenemos la Misericordia y la Justicia de Dios, en un balance perfecto. Dios hizo entonces un lugar de infinito y eterno premio para aquellos que, haciendo uso de su voluntad, son fieles y aman a Dios, amando a los semejantes como a si mismos. Quienes completan el circulo del amor y la entrega de la propia voluntad a los deseos de Dios, llegan después de esta vida pasajera al Reino Eterno, a gozar de las delicias de Dios junto a los santos y los ángeles, y por supuesto junto a la Virgen Santísima.

La definición del Cielo que nos da el Catecismo de la Iglesia Católica es:

"El Cielo es la participación en la naturaleza Divina, gozar de Dios por toda la eternidad, la última meta del inagotable deseo de felicidad que cada hombre lleva en su corazón. Es la satisfacción de los más profundos anhelos del corazón humano y consiste en la más perfecta comunión de amor con la Trinidad, con la Virgen María y con los Santos. Los bienaventurados serán eternamente felices, viendo a Dios tal cual es."

El Cielo, de este modo, es el lugar perfecto donde las almas gozamos en Presencia de Dios, en un estado de felicidad perpetuo, en perfecta unión y Adoración.

Pero, ¿qué hacer con aquellos que desobedecieron y no obraron de acuerdo a la Voluntad de Dios?. Aquellos que repitieron el grito del arcángel caído, “¡no serviré!”, el grito de la soberbia y el rechazo a Dios, por Justicia Divina son enviados al lugar de la condenación eterna, el infierno. La existencia del infierno es una verdad Bíblica que no puede negarse, como no puede ningún cristiano negar la existencia del demonio, ya que también él es parte de las Escrituras. Infinito dolor le causa a Dios que una sola alma se pierda por toda la eternidad, ya que Su Plan es que todos nos salvemos. Y así El nos ha dado todo lo necesario para que nos redimamos, para que lleguemos al Reino con El. Pero, si a pesar de toda la Misericordia Divina que nos ha inundado de dones, empezando por la Presencia Eucarística de Dios en todos los Sagrarios de la tierra, insistimos en apartarnos de Dios, la Misericordia entonces da paso a la Justicia Divina: el Señor es lento para enojarse, como Dice la Biblia, pero no es un Dios tibio, y mucho menos injusto.

Así como en el Cielo se goza en Presencia de Dios, el más grande tormento en el infierno es la ausencia de Dios, por toda la eternidad. El Cielo es el lugar del perpetuo y perfecto amor, mientras el infierno es el lugar donde el odio y el rechinar de dientes perduran eternamente. El infierno, de este modo, es la expresión del balance perfecto entre Misericordia y Justicia Divina, ya que representa la contracara del premio que Dios da a las almas justas, a quienes se entregaron en nombre del Amor, que es Dios. Si hay un premio para los que voluntariamente vivieron en el Amor, así el infierno representa la condena para quienes voluntariamente vivieron en el odio y rechazo a Dios.

El Purgatorio

Referencia Biblica de la existencia del Purgatorio: 2 Macabeos, cap 12, vers 46: "Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rezar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados".

Tenemos ahora nuestro libre albedrío, la Misericordia y la Justicia Divina, el Cielo y el infierno. ¿Qué es entonces el Purgatorio?. ¡Es una de las obras más maravillosas que ha hecho Dios!. ¿Qué ocurre con aquellas almas que no llegaron a hacer todo lo necesario para llegar al Reino, pero tampoco han dejado de amar a Dios totalmente?. Son las almas que buscaron a Dios por el camino del amor, pero no pudieron vencer todas sus pasiones humanas, no pudieron hacer que el amor limpie todas las impurezas de su alma, y les permita volar al Señor. Dios, dando una vez más una hermosa muestra de Su Infinita Misericordia y Justicia, crea el Purgatorio.

¿Qué es el Purgatorio entonces?. Es el lugar donde se purifican nuestras impurezas, aquellas manchas que no permiten que nuestra alma se presente ante Dios. Puesto en términos simples: así como los ángeles fueron creados como espíritus puros, y por eso están en presencia de Dios Adorándolo y Alabándolo, el hombre fue creado originalmente puro en cuerpo y alma, pero cayó por el pecado de Adán y Eva. De allí en más el hombre nace con el pecado original manchando su alma, y tiene como Don de Dios su vida para optar y elevar el alma hasta llegar a la muerte en estado de pureza espiritual tal que le permita llegar al Reino como alma santa. Sólo siendo absolutamente pura puede un alma estar en Presencia de Dios, en el Cielo, como lo están los ángeles. ¡Qué difícil es esto!. Algunas almas ingresan directamente al Cielo, pero otras deben primero limpiar sus impurezas en el Purgatorio. Se sube al Cielo con el alba blanca, con un ropaje espiritual totalmente puro. Este es el sentido del Purgatorio, es una ayuda que Dios nos da para completar lo que no hicimos en nuestra vida en la tierra, purgando los pecados y falta de amor en que incurrimos.

El momento más importante de nuestra existencia

A través de Santa Gertrudis, los escritos de los santos, la teología y otras fuentes de revelación privada aprobadas por la iglesia, tenemos referencias de cómo es el purgatorio, de cómo las almas esperan allí el momento de subir a Dios.

Sabemos así que en el momento de la muerte, nuestra alma tiene una visión de Dios, una visión no completa pero que a las claras es del Creador. El alma entonces reacciona de acuerdo a como llevó su vida: quienes conocen y aman a Dios, quienes son santos y tienen el alma totalmente pura, buscan a Dios, se sienten atraídos por El. El Señor entonces se presenta a ellos en toda Su Omnipotencia y los eleva a Su Reino, haciendo pleno uso de Su Justicia y Misericordia. ¡Qué maravilloso momento para el alma!. Sin dudas este es el instante más feliz de la existencia de una persona, el de ser aceptado por Jesús en Su Casa. Es el momento conocido como el Juicio Particular, cuando Jesús ejerce Su Poder de Justo Juez.

Otros hermanos, en ese instante sublime, se sienten atraídos por Dios, ese inmenso Faro de amor que se les manifiesta los llama, pero se dan cuenta que no son dignos, que no tienen el alma suficientemente limpia para poder estar en Su Presencia. Entonces sienten la necesidad de ir al lugar donde puedan purificar esas manchas, el Purgatorio, antes de poder subir como almas santas a contemplar a Dios en Su Casa. El deseo de llegar a Dios es infinito, pero también es infinita la conciencia de que sólo estando purificados se puede acceder al lugar de las eternas delicias. El Señor, entonces, por obra de Su Misericordia les da el premio de tener la certeza de poder entrar al Reino, pero también por obra de Su Justicia respecto de quienes se entregaron totalmente a la Voluntad de Dios, los envía al lugar de purificación de las penas como paso previo y necesario. El Purgatorio, de este modo, es una hermosa y perfecta manifestación del equilibrio entre la Misericordia y la Justicia de Dios. Las almas que acceden al Purgatorio son benditas, ¡porque ya están salvadas!. Saben que se ganaron la promesa de Jesús, la promesa de sentarse a Su Mesa en Su Casa. Por eso, el sufrimiento que enfrentan está compensado por la esperanza de saber que llegará su turno de gozar, y más importante aún, saben que han sido salvas del lugar de la condenación eterna.

En cambio, quienes en vida odiaron a Dios y a sus semejantes, rechazaron todas las invitaciones Divinas a vivir unidos al Amor que Dios nos propone, rechazan en ese instante esta visión de Dios, no la aceptan, y culminan su existencia terrenal siendo lanzados a la condenación eterna. ¡Triste, pero así es!. Nuestra alma siempre ha sido tocada por Dios de un modo u otro, nadie puede decir que no tuvo ninguna señal respecto de la necesidad de vivir una vida de amor y justicia. Por supuesto, como bien nos lo dijo el Señor a través de la parábola de los talentos, Cristo nos juzga de acuerdo a lo que recibimos. A más enseñanza, dones, talentos o gracias, más nos reclama Jesús. Si transformamos todo lo que Dios nos dio (empezando por la vida) en egoísmo, envidias, división, rebeldía, odio, desenfreno de pasiones carnales y perversidad, nos estamos condenando nosotros mismos. Es la Justicia de Dios la que opera, pero son las propias almas las que con sus actos llegan a ese momento con un corazón que busca o rechaza a Dios. El infierno y su patrón, el arcángel caído satanás, existen como directa consecuencia de la Justicia de Dios, que recae sobre aquellos que son infieles a nuestro Padre Bueno, habiendo tenido todo para ser buenos hijos y llegar a compartir Su Mesa, Su Reino.

Cada uno se gana lo propio

También sabemos que no hay un solo Purgatorio, ni un solo Cielo, ni un solo infierno. En cierta medida se puede decir que cada uno de nosotros tendrá un lugar particular que nos ganamos con nuestros actos y gestos durante la vida, un lugar propio. Así, podemos decir que el infierno se divide en seis niveles, que hay tres niveles de Purgatorio y siete niveles de Cielo. ¿Alguna vez escuchaste hablar del séptimo Cielo?. Pues es el grado más alto de santidad al que puede llegar un alma, arriba de todo. Eso no quiere decir que los santos que están en los distintos niveles de santidad o de Cielo no se ven, ya que todas las almas santas están en comunión permanente, en perfecta unión. En el Cielo todo es felicidad, paz y gozo. Sin embargo, hay almas más santas que otras, y también es mayor el premio de Jesús a aquellos que fueron más puros, más fieles, que sufrieron cruces más grandes y las entregaron a Dios en reparación de los pecados de la humanidad.

Del mismo modo tenemos niveles en el lugar de la purificación: el tercer nivel de Purgatorio, el más bajo, es el que está más cerca del infierno, y es donde van las almas que tienen más faltas para purificar. Se puede decir que es donde van los que se salvaron por poco. Por supuesto allí las penas son más grandes, quizás parecidas a las del infierno, pero con la infinita diferencia de saber que esas almas ya están salvadas, mientras las del infierno estarán allí para toda la eternidad. En cambio, el Purgatorio más alto, el que está más cerca del Cielo, es el lugar donde se da el último respiro antes de subir al Cielo. Es la antesala del Reino, donde se purgan las últimas manchas del alma, las más leves. Las almas pueden subir de nivel en nivel de acuerdo a como van purgando sus faltas, o subir directamente al Cielo desde el nivel inferior o desde el nivel medio, dependiendo de los actos que hagamos los que aun estamos con vida, respecto de esas almas.

El infierno, finalmente, también tiene sus niveles: los más profundos son para aquellos que han odiado más, han traicionado más, y probablemente han recibido más de Dios. Alguna vez leí que en el infierno más profundo, en el más tenebroso, está el alma de Judas. Siendo un discípulo de Jesús, habiendo recibido en forma directa tanto del mismo Hijo de Dios, lo traicionó y envió a la Muerte. Judas recibió toda la formación necesaria para ser uno de los doce apóstoles, para ser un santo en los altares de la iglesia. En cambio, culminó su existencia como el mayor traidor de la historia de la humanidad, entregando a la muerte a Dios hecho Hombre, y sin arrepentirse de ello acabó con su propia vida, en medio del mayor odio por si mismo, Dios y sus semejantes. Como la parábola de los talentos nos enseña, Judas recibió mucho, y no sólo no dio nada a cambio, sino que odió inmensamente a quien lo amaba como a un hermano. Y así fue arrojado al lugar más profundo, al más oscuro.

Las visitas de La Virgen

Las almas del Purgatorio no ven a Dios hasta subir al Reino, pero si reciben la gracia de ser visitadas por la Virgen, quien acompañada por San Miguel Arcángel, las consuela, aliviando el dolor que las sofoca. Los ángeles custodios de las almas las acompañan en el Purgatorio como lo hicieron en vida, dándoles también consuelo, así como irán con ellas al Reino el día en que ingresen allí glorificadas.

Por la intercesión de la Virgen, particularmente en los días de Fiesta de la Iglesia (Semana Santa principalmente, pero también Navidad, y en cada día de fiesta) Dios libera almas en mayor cantidad, como acto de Misericordia, acortando las penas. Y esto no es por el mérito de las almas que allí purgan (no hay posibilidad de acumular méritos frente a Dios en el Purgatorio), sino por la intercesión de la Virgen y los santos y por las oraciones de los que aún estamos aquí y pedimos por esas almas. Las almas, de este modo, no pueden hacer nada desde el Purgatorio para acortar o aliviar sus penas, ya que su tiempo se agotó al haber llegado a la muerte. Sin embargo, los que estamos aún en vida en la tierra podemos hacer mucho por ellas. Nuestra oración, nuestro amor, nuestros ruegos a Dios, alivian y acortan sus penas.

Nuestro amor por las almas hace que ellas sufran menos, o suban antes al Cielo. Pero, muy importante también es saber que si bien las almas no pueden hacer nada por ellas mismas, si pueden obtener ayuda de Dios para nosotros, para que el Señor nos socorra. Las almas son poderosas ayudantes de quienes oran por ellas: esa es una gracia que Dios les concede, ayudar a los que aún estamos en la tierra. De este modo, podemos hacer un excelente “negocio” espiritual: oremos muchísimo por las almas, y ellas nos devolverán ese enorme regalo de amor, pidiendo a Dios por nosotros. Santa Catalina de Bologna dijo: "He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho más grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)".

María, la Santa Madre de Dios, es el puente de unión entre las almas y Su Hijo, por lo que a Ella y a San Miguel Arcángel es a quienes debemos pedir mayor intercesión ante Dios, por el acortamiento del sufrimiento de las almas. Y las almas tienen a María como su Madre, su ayuda. La Reina del Cielo, la Omnipotencia Suplicante, intercede ante Jesús por los ruegos e intenciones de las almas benditas.

La unión con las almas del Purgatorio

Las almas pueden, cuando Dios les concede esa gracia, manifestarse de diversos modos a nosotros, pidiendo por nuestra oración, perdón y acompañamiento. Santa Gertrudis la Grande recibió muchas revelaciones de Jesús, y también muchas gracias obtenidas a través de las almas. Ella fue, de este modo, un instrumento que Dios les concedió a las almas purgantes, revelándose así muchos de los misterios que aquí relatamos y también los pedidos de ayuda y oración. El propio Jesús le reveló a Santa Gertrudis ésta oración, diciéndole que El liberaría mil almas del Purgatorio cada vez que se dijera:

"Eterno Padre, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Tu Divino Hijo, en unión con todas las Misas celebradas hoy en todo el mundo, por todas las Santas Almas del Purgatorio. Amén".

Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros últimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para ésta Santa, él pensó en molestarla en su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio, puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas. Pero Nuestro Señor, no contento con enviar Sus Angeles y las miles de almas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a Su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las almas benditas, la llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.

Las almas tienen en nosotros a quienes pueden ayudarlas a sufrir menos, por lo que buscan que tengamos presente su existencia, su dolor y sufrimiento, y también su bendición de ser almas que ya están salvadas. Cuando un familiar nuestro fallece, debe ser motivo de inmensa alegría pensar que el alma está en el Purgatorio, que se ha salvado. Pero también, y mucho más importante aún, es la necesidad urgente y apremiante de orar e implorar a Dios por esta alma, para que sea liberada.

Cuando un alma tiene que purgar las penas derivadas de lo que le hizo a alguien que aún está vivo (falta de amor u ofensas), tiene en el perdón de esa persona el modo directo de acortar el sufrimiento. Por eso es que las almas están particularmente atentas a la oración de estos familiares o amigos con los que mantienen ataduras originadas en la falta de amor que tuvieron en vida. Buscan el perdón, el restablecimiento de la cadena de amor que no sólo ayuda al alma purgante, sino al que está en la tierra aún, porque el rencor, el resentimiento y el odio dañan a esa alma también. En definitiva, lo que une a las almas purgantes con nosotros es el amor. Nuestro amor hacia ellas acorta sus penas, y el amor de ellas hacia nosotros obra ante Dios, para que El nos ayude en las pruebas físicas y espirituales que enfrentamos en la vida terrenal que aún debemos recorrer.

¡Ayudemos a las almas!

Es nuestra obligación suprema, como cristianos, ayudar a las almas purgantes a ser liberadas con prontitud. No sólo las de nuestros familiares y amigos están allí esperando nuestra ayuda, sino las de millones de almas que agradecerán multiplicando por mil los favores recibidos, cuando entren al Reino y puedan interceder por nuestras propias almas ante Dios. Debemos ser conscientes que los sufrimientos del Purgatorio son indecibles, como paso previo al entendimiento de la necesidad de acortar su pena. Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

Aquí está lo que los mas grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio:}

Santo Tomás de Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno, y que el mínimo contacto con él es mas aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra.

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas, previo a ser aceptadas en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante, más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida. Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que "sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio".

¿Y cómo podemos ayudar a las almas?. La forma más efectiva es pedir Misas por ellas, la Sagrada Eucaristía, la Sangre de Cristo es el modo más poderoso de liberarlas por anticipado.

Con relación a la Misa, es bueno recordar un hermoso ejemplo narrado por el santo Cura de Ars, San Juan Bautista Vianney, a sus parroquianos: "Hijos míos, un buen sacerdote había tenido la desgracia de perder un amigo muy querido. Por eso rezó mucho por la paz de su alma. Un día Dios le hizo saber que su amigo estaba en el Purgatorio y sufría terriblemente. Este santo sacerdote pensó que no podía hacer algo mejor que ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por su querido difunto. En el momento de la Consagración, tomó la Hostia entre sus manos y dijo: "Padre Santo y Eterno, en tus manos divinas está el alma de mi amigo en el Purgatorio y en mis pobres manos de ministro tuyo está el Cuerpo de Tu Hijo Jesús. Pues bien, Padre Bueno y Misericordioso, libra a mi amigo y yo te ofrezco a Tu Hijo junto con todos los méritos de Su Gloriosa Pasión y Muerte". Este pedido fue escuchado. De hecho, en el momento de la elevación, él vio que el alma de su amigo subía al Cielo resplandeciente de gloria. Dios había aceptado la ofrenda”.

"Por eso hijos míos, concluyó el santo Cura de Ars, cuando queramos liberar a nuestros seres queridos que están en el Purgatorio, hagamos lo mismo. Ofrezcamos al Padre, por medio del Santo Sacrificio, a Su Hijo Dilecto, junto con todos los méritos de Su Pasión y Muerte, así no podrá rechazarnos nada".

También es efectiva la oración por ellas del Santo Rosario o repetir la oración de Santa Gertrudis. Aunque más no sea acordarse de ellas, conversar interiormente, pedir a Dios repetidas veces por ellas, es efectivo. Cuando se pasa cerca de un cementerio, saludarlas y pedir a Dios por ellas, es también muy importante. Difundir la importancia de reconocer y ayudar a las almas, reducir la enorme ignorancia que existe sobre tan fundamental tema, es también un modo poderoso de socorrerlas.

De este modo, toda ocasión es buena; se puede decir que quien viva con las almas del Purgatorio presentes en su corazón durante toda la vida, tendrá a la hora de la muerte una multitud de almas santas que lo vendrán a buscar para interceder ante Dios por el acortamiento de su purificación, o quizás para ir directamente al Reino. ¡En agradecimiento por la ayuda recibida!. San Alfonso María Liguori decía que, aunque las santas Almas no pueden ya lograr méritos para sí mismas, pueden obtener para nosotros grandes gracias. No son, formalmente hablando, intercesores, como lo son los Santos, pero a través de la dulce Providencia de Dios, pueden obtener para nosotros asombrosos favores y librarnos de los demonios, enfermedades y peligros de toda clase.

Imaginemos la alegría de esas almas, cuando nosotros les damos alivio con nuestras oraciones, cuando pedimos a Dios por ellas damos muestras de amor, anudamos nuestros corazones a los de las almas. Y cuando una de ellas entra al Reino, ¡qué alegría la de Jesús, María, los santos y ángeles!. Imaginen que sonrisa nos prodiga Dios si es que nuestras oraciones o Misas ayudaron a esa alma a gozar de la felicidad eterna. ¡Qué mejor obra podemos hacer en vida que ayudar a las almas purgantes!. De nuestra parte, es una demostración de fe (porque creemos que ellas están allí), de esperanza (sabemos que nuestras oraciones las consolarán y liberarán) y caridad perfecta (es el amor por nuestros hermanos ya fallecidos). ¡Es un gran proyecto, espiritualmente hablando!.

Las almas se manifiestan

A lo largo de los siglos, Dios ha permitido que las almas se manifiesten a muchas personas, algunas santas, otras simples personas como tú y yo. San Pío de Pietrelcina tenía muchas visiones de almas purgantes que Jesús liberaba por sus oraciones y sufrimientos. Las almas iban a agradecerle a San Giovanni Rotondo cuando ingresaban al Cielo. En la actualidad vive en Austria una mujer llamada María Simma. Ella recibe desde hace décadas la visita de centenares de almas purgantes que le piden ayuda y oración, que le revelan cómo es el Purgatorio y otros misterios de Dios, que le explican cuestiones del mundo actual. Es muy buena revelación privada, apoyada por el Obispo y por el confesor de María, recomendamos la lectura del Libro de Sor Emanuel sobre María Simma, y también el de Nicky Elz (Sáquennos de aquí).

Como nos relata María Simma, cuando las almas se presentan y piden oración, es muy común que busquen a aquellas personas que rezan mucho por ellas, porque Dios les permite manifestarse y pedir ayuda. También es frecuente que busquen a aquellos con los que tienen deudas de amor pendientes, y traten de hacer que su presencia haga que la persona perdone, y rece por esta alma. María Simma relata muchos casos de encuentros con almas purgantes en los libros mencionados, así como se encuentran relatos similares en las descripciones de las vidas de muchos santos.

Pero, en mi experiencia personal, mucha gente tiene ejemplos de la presencia de almas del Purgatorio en sus familias, quizás abuelos, padres, tíos a aún hermanos o hijos. Tal vez por ignorancia éstas historias se ocultan, o quizás por miedo a lo desconocido. El objetivo de éste escrito es también que usted se familiarice, se enamore mejor dicho, de las almas. Son las mejores amigas de nuestra alma, con las que podemos entablar una amistad profunda y fructífera, no hay que temerles, todo lo contrario. Como ejemplo, les voy a contar dos casos en los que me llegaron testimonios en forma directa (y quizás de este modo ustedes entiendan mi especial amor e interés por las almas benditas del Purgatorio, las que evidentemente buscan mi ayuda en la difusión de sus verdades):

Una tía mía Religiosa que tiene más de ochenta años, nos contó hace poco tiempo, hablando de las almas del Purgatorio, un hecho que le ocurrió a ella personalmente. Durante muchos años estuvo enferma, sufriendo en el convento, y también bajo el mando de una madre superiora que tenía un carácter muy estricto, particularmente con ella. Mi tía solía esconderse en un rincón del convento para encontrar algo de paz, de sosiego. Luego de muchos años, ya muerta la madre superiora, ella tuvo la gracia de recibir otra madre superiora que la consoló en su enfermedad y sufrimientos, que le dio un amor de madre. Un día, mi tía fue al rincón donde solía refugiarse por años, y se encontró con la madre superiora fallecida frente a ella, la que con una mirada profundamente sufriente le extendía su mano. Mi tía huyó, no pudo enfrentar la situación. La madre superiora nueva, ante el relato de lo ocurrido, le dijo que si volvía a suceder tal hecho, era su obligación consolar a la religiosa fallecida. Al tiempo, y en el mismo lugar, se repite la situación. Mi tía, en esta nueva oportunidad, tomó la mano extendida ante ella, y la sintió como si fuera de fuego. Entonces le dijo a su superiora: “¿se siente mejor, madre?”. Y ella le respondió: “mucho mejor”, desapareciendo de la vista de mi tía. Saquen sus conclusiones sobre la enseñanza que nos deja este relato. Mi tía está muy feliz después de lo ocurrido: Dios le dio la gracia de manifestarle una parte de Su mundo sobrenatural, y ella pudo perdonar y reconciliarce con quien tuvo desencuentros por años y años.



Otra experiencia personal


Hace un tiempo compartía con un grupo de compañeros de trabajo una cena, y hablaba con gran entusiasmo sobre las almas del Purgatorio, sobre las almas amadas. Las cinco o seis personas que me escuchaban tenían en sus rostros mezcla de incredulidad, sorpresa, y otros sentimientos del mismo vecindario. 


De repente, vi que uno de ellos tenía sus ojos desorbitados y me decía: ”¡no puedo creer lo que estoy escuchando!. Yo no soy muy creyente, pero mi esposa si. Y desde hace muchos años que ocurre algo extraño en mi casa: mi esposa se despierta en la madrugada, y ve a su abuela ya fallecida que se encuentra sentada al pie de la cama, con rostro triste y sin decir nada. Mi esposa, entonces, se limita a orar hasta que la abuela desaparece”. 


No les puedo explicar con palabras el rostro de los demás comensales. Le expliqué a este hombre que lo que vivía su esposa era una gracia de Dios, que quizás se relacionaba con algún hecho que la abuela vivió con su esposa, o quizás simplemente con que su esposa tiene un gran Don de oración que es buscado por el alma de la abuela. Este sorprendido hombre dijo entonces: “cuando mi esposa tenía ocho años presenció una fuerte pelea entre su madre y su abuela, que culminó cuando la abuela le propinó un fuerte golpe en el rostro a su madre. Mi esposa, con sus ocho añitos, nunca pudo perdonar a su abuela”. Quedó claro entonces el motivo de la presencia de ésta alma en la casa de éste hombre.

   
Seamos amigos de las almas benditas, oremos y obremos por ellas, estemos conscientes de su necesidad de ser socorridas. Un día estaremos inmensamente felices de haberlo hecho, podremos ver entonces la importancia de haber sido iluminados oportunamente por Dios sobre tan grande Don que El nos concede: vivamos unidos, en la Comunión de los santos, a las almas del Purgatorio y del Cielo, porque junto a ellas conformamos la Iglesia de Cristo.

Autor Oscar Schmidt - www.reinadelcielo.org

miércoles, 24 de abril de 2013

Catequesis del Papa Francisco sobre el Juicio Final



miércoles, abril 24, 2013

Fuente: ACIPrensa 

Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!


En el Credo profesamos que Jesús "de nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos". La historia humana comienza con la creación del hombre y la mujer a imagen y semejanza de Dios y concluye con el juicio final de Cristo.

A menudo nos olvidamos de estos dos polos de la historia, y sobre todo la fe en el regreso de Cristo y en el juicio final a veces no está tan clara y sólida en el corazón de los cristianos. Jesús durante su vida pública, a menudo ha reflexionado sobre la realidad de su venida final.

Sobre todo recordamos que, con la Ascensión, el Hijo de Dios ha llevado al Padre nuestra humanidad que Él asumió y quiere atraernos a todos hacia sí mismo, llamar a todo el mundo para ser recibido en los brazos abiertos de Dios, para que, al final de la historia, toda la realidad sea entregada al Padre.
Hay, sin embargo, este "tiempo intermedio" entre la primera venida de Cristo y la última, que es precisamente el momento que estamos viviendo. En este contexto se coloca la parábola de las diez vírgenes (cf. Mt 25,1-13). Se trata de diez muchachas que esperan la llegada del Esposo, pero tarda y ellas se duermen.

Ante el repentino anuncio de que el Esposo está llegando, todas se preparan para recibirlo, pero mientras cinco de ellas, prudentes, tienen el aceite para alimentar sus lámparas, las otras, necias, se quedan con las lámparas apagadas, porque no lo tienen, y mientras buscan al Esposo que llega, las vírgenes necias encuentran cerrada la puerta que conduce a la fiesta de bodas.

Llaman con insistencia, pero es demasiado tarde, el esposo responde: no os conozco. El Esposo es el Señor, y el tiempo de espera de su llegada es el tiempo que Él se nos da, con misericordia y paciencia, antes de su llegada final, tiempo de la vigilancia; tiempo en que tenemos que mantener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad, donde mantener abierto nuestro corazón a la bondad, a la belleza y a la verdad; tiempo que hay que vivir de acuerdo a Dios, porque no conocemos ni el día, ni la hora del regreso de Cristo.

Lo que se nos pide es estar preparados para el encuentro: preparados a un encuentro, a un hermoso encuentro, el encuentro con Jesús, que significa ser capaz de ver los signos de su presencia, mantener viva nuestra fe, con la oración, con los Sacramentos, estar atentos para no caer dormidos, para no olvidarnos de Dios. La vida de los cristianos dormidos es una vida triste, ¿eh?, no es una vida feliz. El cristiano debe ser feliz, la alegría de Jesús... ¡No se duerman!

La segunda parábola, la de los talentos, nos hacen reflexionar sobre la relación entre la forma en que usamos los dones recibidos de Dios y su regreso, cuando nos pedirá cómo los hemos utilizado (cf. Mt 25,14-30). Conocemos bien la historia: antes de salir de viaje, el dueño da a cada siervo algunos talentos para que sean bien utilizados durante su ausencia.

Al primero le entrega cinco, dos al segundo y uno al tercero. Durante su ausencia, los dos primeros siervos multiplicar sus talentos - se trata de monedas antiguas, ¿verdad? -, Mientras que el tercero prefiere enterrar su propio talento y entregarlo intacto a su dueño. A su regreso, el dueño juzgar su trabajo: alaba a los dos primeros, mientras que el tercero viene expulsado fuera de la casa, porque ha mantenido oculto por temor el talento, cerrándose sobre sí mismo.

Un cristiano que se encierra dentro de sí mismo, que oculta todo lo que el Señor le ha dado... es un cristiano... ¡no es un cristiano! ¡Es un cristiano que no agradece a Dios todo lo que le ha dado!

Esto nos dice que la espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción. Nosotros somos el tiempo de la acción, tiempo para sacar provecho de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros, tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo.
Y sobre todo hoy, en este tiempo de crisis, es importante no encerrarse en sí mismos, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino abrirse, ser solidarios, tener cuidado de los demás.

En la plaza, he visto que hay muchos jóvenes. ¿Es verdad esto? ¿Hay muchos jóvenes? ¿Dónde están? A ustedes, que están en el comienzo del camino de la vida, pregunto: ¿Han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado en cómo se pueden poner al servicio de los demás? ¡No entierren los talentos! Apuesten por grandes ideales, los ideales que agrandan el corazón, aquellos ideales de servicio que harán fructíferos sus talentos.

La vida no se nos ha dado para que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino que se nos ha dado, para que la donemos. ¡Queridos jóvenes, tengan un corazón grande! ¡No tengan miedo de soñar cosas grandes!

Por último, una palabra sobre el párrafo del juicio final, donde viene descrita la segunda venida del Señor, cuando Él juzgará a todos los seres humanos, vivos y muertos (cf. Mt 25,31-46). La imagen utilizada por el evangelista es la del pastor que separa las ovejas de las cabras.

A la derecha se sitúan los que han actuado de acuerdo a la voluntad de Dios, que han ayudado al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, el enfermo, el encarcelado, el extranjero. Pienso en los muchos extranjeros que hay aquí en la diócesis de Roma. ¿Qué hacemos con ellos? Mientras que a la izquierda están los que no han socorrido al prójimo. Esto nos indica que seremos juzgados por Dios en la caridad, en cómo lo hemos amado en los hermanos, especialmente los más vulnerables y necesitados.

Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que somos justificados, que somos salvados por la gracia, por un acto de amor gratuito de Dios que siempre nos precede. Solos no podemos hacer nada.
La fe es ante todo un don que hemos recibido, pero para dar fruto, la gracia de Dios siempre requiere de nuestra apertura a Él, de nuestra respuesta libre y concreta. Cristo viene para traernos la misericordia de Dios que salva. Se nos pide que confiemos en Él, de responder al don de su amor con una vida buena, hecha de acciones animadas por la fe y el amor.

Queridos hermanos y hermanas, no tengamos nunca miedo de mirar el juicio final; que ello nos empuje en cambio a vivir mejor el presente. Dios nos ofrece con misericordia y paciencia este tiempo para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres y en los pequeños, para que nos comprometamos con el bien y estemos vigilantes en la oración y en el amor. Que el Señor, al final de nuestra existencia y de la historia, pueda reconocernos como siervos buenos y fieles. Gracias.


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lunes, 22 de abril de 2013

El Purgatorio en la Santa Biblia




El Purgatorio en la Santa Biblia 1/3


El Purgatorio en la Santa Biblia 2/3


El Purgatorio en la Santa Biblia 3/3

lunes, 8 de abril de 2013

Por qué la anti-música "cumbia villera" es satánica, aún sin contener mensajes satánicos explícitos




         El satanismo exalta las pasiones más bajas del hombre, como forma de expresar el odio a Dios; debido que a Dios no puede hacerle absolutamente nada, busca destruir su imagen, el hombre.
Dios pide al hombre la pureza y la castidad, el pudor y la modestia, la humildad y la caridad, como modos de imitar las diversas perfecciones del Ser divino. Debido a que Satanás odia a Dios y al hombre, creado a su imagen, buscará pervertirlo para que no refleje, con su cuerpo, con su pensamiento, con sus deseos, con su vida toda, a su Creador.
Satanás busca incesantemente la corrupción del hombre y sus mandatos están encaminados a lograr esta corrupción. Precisamente, sus mandamientos son los opuestos a los de Dios; por ejemplo, en los mandamientos satánicos relativos al sexo, Satanás manda lo exactamente opuesto a los mandamientos de Dios. Así, los mandamientos de Satanás son: consiente pensamientos y deseos impuros, mira pornografía, comete adulterio, odia la pureza, la castidad, la modestia, etc. Esto es así, porque Satanás es contrario a Dios, y busca en todo oponérsele. Si Dios dice: “El cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19), y lo es en realidad por la gracia del bautismo sacramental, Satanás buscará, por medio de la tentación, que el hombre profane su cuerpo de todas las maneras posibles: con el sexo desenfrenado, el alcohol, las drogas, la música que incita a la lascivia y a la lujuria. Y es aquí en donde entra la cumbia y su mensaje satánico implícito (aunque no sea explícito en la mayoría de los casos): aunque no mencione a "Satanás", la cumbia incita a cumplir los mandamientos de Satanás, los cuales se oponen de modo diametralmente opuesto a los Mandamientos de Dios.
         Es conocido por todos que muchos géneros musicales poseen canciones que contienen mensajes subliminales que incitan al satanismo, pero exteriormente no hay nada, en los intérpretes o en las bandas, o incluso en las letras de las canciones, que induzca al culto al demonio. En el caso de la cumbia, tal vez los mensajes subliminales satánicos no existan, o quizás sean muy escasos; exteriormente, además, no hay una “estética satánica” en los grupos “cumbieros”, al menos en su gran mayoría, todo lo cual podría hacer suponer que en la cumbia no hay satanismo.
         Sin embargo, el satanismo está presente en la cumbia, desde el principio al final, desde el momento en que, comenzando desde el ritmo propio del género musical (o más bien, “anti-musical”) de la cumbia, pasando por las letras de las canciones, hasta la puesta en escena de los temas –las vestimentas y bailes femeninos principalmente-, en todo momento se incita a la sensualidad, al erotismo, a la lascivia, a la sexualidad desenfrenada, a la violencia de género, al consumo de alcohol y de drogas, entre otros muchos otros vicios y pecados que sería muy largo de enumerar.
         Porque exalta las más bajas pasiones del hombre, ensalzándolas como un estilo de vida divertido, alegre, sin compromiso moral alguno, despreocupado, la cumbia villera es satánica, desde el principio al fin.
                

martes, 2 de abril de 2013

Ex-satanista revela su conversión al catolicismo


 
Hizo un pacto con el demonio, pero la visión de un ángel la trajo a la iglesia.
Cuando decimos que el satanismo es algo grave y destructivo puede ser sólo una frase, que sólo se puede comprender, cuando alguien que llegó hasta las más altas prácticas satánicas vuelve a Dios y nos revela como es realmente adentro. Lean el reportaje.



En  la imagen que acompaña este artículo se ven mensajes satánicos pintados en una estatua de Cristo el 6 de junio 2006 en el Santuario Nacional de María Auxiliadora de Erin, Wisconsin. 
INDULGENCIA DE APETITOS Y ANTICRISTIANISMO
El mundo del satanismo es un secreto, a menudo vulgar y a veces peligroso dice la ex satanista y católica “revertida” Deborah, de cincuenta y un años, que agregó, que aunque las creencias de los satanistas varían enormemente, se centran en la indulgencia de los apetitos y la burla del cristianismo. 
Además, usted se sorprenderá al descubrir que aparentemente respetables ciudadanos de su comunidad son miembros de cofradías satánicas. Según explicó, “son personas que Ud. encuentra en la calle.”
Desde que las membresías a los aquelarres son muy secretas – con la amenaza de muerte para los miembros que compartan los detalles de su participación, de acuerdo con Deborah -, es raro encontrar a ex satanistas dispuestos a compartir sus experiencias.
Deborah nació en 1961 y creció en Salem, Massachusetts. Asistió a escuelas católicas y públicas. Como adolescente, ella se involucró en el satanismo. Volvió a la Iglesia Católica en 2009. Hoy, ella está casada y vive en una granja en Maine.
Deborah compartió detalles de sus experiencias en su libro “Un mensaje de esperanza, Confesiones de una ex satanista: cómo protegerse del mal“. Ella será también una de las oradoras en la Conferencia sobre la Guerra Espiritual, que se celebrará en el Hotel Doubletree en Ontario, California, el 4 y 5 de mayo de 2013.
EL REPORTAJE
P: Cuénteme un poco acerca de sus antecedentes y cómo se involucró en el satanismo.
Deborah: En primer lugar, como adulta, me diagnosticaron un alto funcionamiento autista. [El Autismo es un trastorno neurológico que puede afectar negativamente la capacidad de una persona para comunicarse y establecer amistades con sus compañeros. A menudo se manifiesta en los niños a través de una variedad de comportamientos atípicos] Cuando yo era niña, estaba sin diagnosticar, y mostraba una gran cantidad de síntomas autistas. Entre ellas el balanceo, el aleteo de manos, y el tarareo. También discutía con mis maestros, y no quería socializar con mis compañeros. Hoy en día, sigo siendo incapaz de vivir de forma independiente.
Además, mi mamá era una alemana en un barrio judío anti-alemán.  Mi padre abandonó a la familia cuando yo era joven. Los otros niños en la escuela se burlaban de mí, robaban mis juguetes, y me ‘llamaban “retrasada”. También me golpeaban físicamente todos los días. Le rogué a mi madre que no me dejara ir a la escuela. Me sentía herida, enojada y quería estar sola. Me aislé de los demás.
Asistí a una escuela católica en los grados 7-10. Fui a las monjas que dirigían la escuela para pedir ayuda. A causa de mi comportamiento, yo era impopular con ellas y me sugerían que merecía el trato que recibía. Yo estaba enojada con las monjas, así, como una broma y para vengarme, empecé a ir a la escuela con el pentagrama. También lo dibujaba en mis tareas. Entonces me pidieron que dejara la escuela.
Ahora bien, estos eran días pre-Internet, por lo que empecé a leer sobre el satanismo en libros, y luego me puse a hablar con satanistas.
P: ¿Ha asistido a misas negras?
Deborah: Sí. Ellas eran absolutamente asquerosas… la Eucaristía se contaminaba… estatuas y crucifijos se ponían al revés, cualquier cosa para burlarse de la cristiandad. Es la depravación en su peor momento. El satanismo se trata de indulgencia, y destrucción de la Iglesia y la moral tradicional.
Dejé de asistir a las misas negras, me fui y formé mi propio grupo. Tenga en cuenta que hay diferentes tipos de satanismo, y varían en nivel [de] la intensidad. Es todo muy secreto y peligroso, Ud. está en peligro de muerte si intenta dejar un aquelarre [un grupo satánico de 13 miembros]. El mundo del satanismo es muy secreto. Si usted está involucrado, usted no quiere que sus miembros divulguen este secreto. Si eres un bocazas, vendrán a por ti. Algo de lo que hacen es tan horrible que no quieren exponerlo.
P: ¿Has visto a gente herida?
Deborah: Sí.
P: ¿Niños?
Deborah: No, ellos eran adultos que consienten.
P: ¿Hasta dónde fuiste como Satanista?
Deborah: Yo no podía ir más profundo. Hice un pacto de sangre con Satanás.
P: ¿Muchos Satanistas dejan sus aquelarres y encuentran a Cristo?
Deborah: No. La mayoría termina suicidándose.
P: Si le hubiera conocido cuando era satanista, ¿que habría observado en Ud?
Deborah: Si usted fuera amable conmigo, yo habría sido agradable con usted. Si usted fuera antipático para mí, me habría vuelto antipática y le podría haber enviado un demonio.
Usted podría haber estado incómodo conmigo, porque podría haberle dado algunas miradas de odio; me encontraría muy manipuladora y se habría sorprendido que a una edad joven yo hubiera acumulado una enorme riqueza, aunque sólo trabajaba a tiempo parcial.
P: ¿Satanás recompensa por seguirlo?
Deborah: Sí. Parecía que dondequiera que estuviese, las cosas materiales sólo caían en mi regazo.
P: ¿Y cuánto tiempo estuvo involucrada en el satanismo?
Deborah: Estuve involucrada siete años, y 30 años en el ocultismo. Mientras estuve en el ocultismo, me involucré en la evocación de demonios, y experimenté todas las cosas que se ven en las películas de terror de Hollywood, incluyendo manifestaciones físicas y apariciones. No me gustaría compartir detalles específicos. En mi libro, “Mensaje de esperanza…” , me centro en cómo operan los demonios y cómo podemos efectivamente combatirlos.
P: ¿Y cómo entran los demonios en nuestras vidas?
Deborah: La forma más común es que les invitemos a entrar. Abrimos los portales. Usted puede hacer uso de tablas de Ouija, ir a una psíquica, asistir a una sesión de espiritismo, o tratar de comunicarse con los fantasmas. También podemos invitarlos cuando nos dejamos consumir por la rabia y nos negamos a perdonar.
Los demonios tienen la capacidad de alterar nuestros pensamientos, y nos llevan a las adicciones.
P: Deme un ejemplo de donde se ve el trabajo de lo demoníaco en nuestra sociedad.
Deborah: Lo veo en la violencia manifestada en los videojuegos y en las películas sobre asesinatos.
P: ¿Qué pasa con la masacre de inocentes en la Escuela Primaria Sandy Hook en Connecticut?
Deborah: Sí, yo creo que el tirador fue influenciado por demonios. Sin embargo, los demonios no nos pueden obligar. Tenemos libre albedrío. Nosotros tenemos que optar por seguir sus sugerencias.
P: ¿Qué le hizo decidirse a abandonar el satanismo?
Deborah: Fue difícil. Los demonios me estaban aterrorizando. Ellos vinieron a recoger mi alma o querían plena posesión (a pesar que la plena posesión es poco frecuente en nuestra sociedad). Tuve un sueño en el que un ángel vino a rescatarme. Me levanté a la mañana siguiente y decidí: “Yo voy a ser católica de nuevo.”
Fui a ver a un sacerdote católico, y él me echó de la iglesia. No me creyó. Terminé uniéndome a un culto religioso durante 18 años. Estuve a la deriva de la práctica oculta en práctica oculta. Un día, oré, “Dios, yo no sé si existes, pero si existes, envíame una monja que me lleve de vuelta a la Iglesia Católica.” Unos meses más tarde, lo hizo. Ella me presentó a algunos sacerdotes con experiencia en el trato con el demonio, entre ellos uno que vive en Maine. Volví a la Iglesia Católica en 2009.
P: ¿Y cómo están las cosas ahora?
Deborah: Amo a la Iglesia, y he dedicado mi vida a Ella. Quiero servir a la Iglesia, y estoy en el proceso de convertirse en una Terciaria de la Orden Dominicana.
Nuestra Señora ha tenido un papel increíble en mi vida, también. He visto grandes milagros que suceden a través de María.
P: ¿Qué le aconsejaría a los fieles para mantener al diablo fuera de sus vidas?
Deborah: En primer lugar, en esta vida siempre va a estar en su vida y cerca. Por lo tanto, usted tiene que protegerse yendo a misa y recibiendo la Eucaristía. Es una protección de gran alcance. El agua bendita es extremadamente eficaz. Yo lo llamo la “potencia limpiadora espiritual”. La guardo en mi casa y regularmente me bendigo.
El sacramento de la confesión es importante. Una de las maneras más rápidas para que el demonio entre en nuestras vidas, es por el pecado no confesado. Yo digo a la gente libremente, católicos o no, la Iglesia Católica es la única iglesia que tiene las herramientas para hacer frente eficazmente a lo demoníaco. Eso incluye la devoción a la Santísima Virgen.
Además, tenga cuidado acerca de sus hobbies y entretenimiento. La bebida, fiestas, estilo de vida de parrandas puede crear una apertura para que el diablo entre, yo también recomiendo a la gente evitar las películas de miedo.
P: Cuéntanos acerca de Nuestra Señora del Ministerio de la Luz.
Deborah: Es un ministerio que fundé para ayudar a liberarse a las personas involucradas en el ocultismo. Como parte del ministerio, yo también investigo las denuncias de apariciones demoníacas y ofrezco ayuda espiritual. No expulso demonios, mi papel es el de evaluar y ayudar a las personas a encontrar los recursos que necesitan. Yo siempre hago mi trabajo en consulta con un sacerdote.
Yo introduzco a la gente a la oración, los sacramentos y a la Virgen, aunque la mayoría de las personas que ayudo son protestantes o paganos. A pesar de que no hago publicidad de mis servicios, la gente se pone en contacto conmigo a través de mi sitio web y tengo de 10 a 15 clientes a la vez. Nunca cobro por mis servicios.
Ya sea en el ministerio o en mi charla en público sobre este tema, mi objetivo es compartir con la gente un mensaje de esperanza (el título de mi libro). Quiero que la gente sepa la gran misericordia de Dios. Si te avergüenzas de tus pecados, les digo que realmente no has pecado hasta que hayas adorado al diablo. He dedicado mi vida a Cristo y a su Iglesia, y quiero colaborar en la obra de salvar almas.
Fuentes: Catholic World Report, Signos de estos Tiempos