NO ASUMAS QUE ALGUIEN YA ESTA EN EL CIELO
San Vicente Ferrer narra una narrativa sobre un archidiácono de Lyon que renunció a su posición para vivir una vida de penitencia en el desierto. Murió el mismo día y hora que San Bernardo.
Después de su muerte, el archidiácono se apareció ante su obispo y le reveló: "Sepa, Monseñor, que a la misma hora que yo fallecí, treinta y tres mil personas también murieron. De este número, San Bernardo y yo fuimos al cielo sin demora, tres fueron al purgatorio, y todos los demás cayeron en el infierno. "
Este relato subraya la gravedad de la salvación y la importancia de vivir una vida de virtud. Sirve como un conmovedor recordatorio del estrecho camino al cielo y la multitud que puede perderse debido a la falta de arrepentimiento y penitencia.