El padre Ángel Peña O.A.R., en su libro “Líbranos del Maligno” menciona las cosas que los cristianos y la Iglesia deben hacer para librarse del maligno, así como las cosas que más le disgustan, y por lo tanto que son efectivas contra él.
EXORCISMOS
El exorcismo es una oración por la que, en el Nombre de Jesús, se ordena al demonio para que se aleje de una persona que está endemoniada o tiene un fuerte influjo del maligno. Para hacer exorcismos públicos y solemnes, con el ritual establecido, hace falta que lo haga un sacerdote con permiso del obispo del lugar. Pero hay muchas influencias maléficas como obsesiones, opresiones, o algunos problemas producidos por haber asistido a una reunión satánica o espiritista, en los que la persona no está poseída y, en ese caso, cualquier cristiano, en Nombre de Jesús, puede hacer una oración de liberación. Y ordenar al diablo que se vaya, con tal de que no use el ritual de exorcismo ni interrogue directamente al diablo. Para hacer exorcismo u oración de liberación es recomendable que se haga en equipo y que haya alguna mujer.
Evidentemente, en estos casos hay que discernir si no se trata de una enfermedad sicológica, pues hay personas que se creen poseídas y no lo están en realidad. Las verdaderas posesiones son muy raras. Por eso, es bueno hacer oraciones de liberación y los casos más difíciles, en los que se ve que hay algo más que simple influencia, se los encomienden a los sacerdotes exorcistas.
A este respecto, Monseñor Andrea Gemma, dice que desde el principio de su trabajo pastoral organizó todos los viernes en la noche, en la catedral, una reunión para hacer oraciones de liberación. Al orar por liberación, algunas personas se manifestaban de modo violento o muy extraño y, a estas personas, las atendía personalmente en la sacristía más privadamente. Estas reuniones tenían tanto éxito que la catedral estaba totalmente llena los viernes por la noche.
El mismo obispo Andrea Gemma escribió a todos sus feligreses una carta pastoral el 29 de junio de 1992, estableciendo que en todas las misas de la diócesis, antes de la bendición final, se hicieran oraciones de liberación, que son verdaderos exorcismos.
Mandó que se recitaran las siguientes oraciones:
En comunión con el Papa y con el obispo, recordando agradecidos nuestro bautismo y confirmación, renunciamos a Satanás y a todas sus obras y seducciones.
- Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
- San Miguel arcángel, defiéndenos del enemigo y ampáranos de todas las asechanzas del maligno. Que Dios te reprima espíritu maligno y tú, príncipe de la milicia celestial, arroja con el divino poder a Satanás a lo más profundo del infierno y también a los otros espíritus inmundos, que vagan por el mundo buscando la perdición de las almas.
Todos sabemos que, en las misas de antes del concilio, se decía al final esta oración a san Miguel arcángel, que es un verdadero exorcismo, y que tiene su origen en una visión que tuvo el Papa León XIII. Vio a la Iglesia amenazada por el diablo y tuvo la inspiración de mandar rezar esta oración como una defensa contra la avalancha del maligno, que ahora vemos cómo ha invadido la cultura occidental en el siglo XX y no sabemos hasta cuándo.
Sobre los exorcismos debemos anotar que nunca han hecho daño a nadie: ni al paciente ni a sus familiares. En cambio, muchas curas médicas son y han sido perniciosas. La influencia o posesión diabólica no son contagiosos. Por tanto, los familiares pueden sentirse tranquilos, si alguien de su familia manifiesta estos síntomas o, incluso, si en su casa se dan fenómenos raros de la presencia del maligno.
Ciertamente que no hay que acusar al diablo de cualquier problema que haya en la familia. Hay que evaluar el caso, pueden ser fenómenos parapsicológicos o producidos por fuerzas ocultas. Por ejemplo, si alguien de la familia ha acudido a reuniones espiritistas o satánicas o se ha iniciado en grupos ocultistas o de magia, podríamos tener un buen indicio del origen diabólico de estos fenómenos.
Durante los exorcismos, se ven cosas increíbles que sobrepasan las fuerzas naturales. Por ejemplo, los ojos de las personas quedan totalmente en blanco y, después, no se acuerdan de nada; sus brazos y piernas pueden doblarse más allá de lo normal. El padre Amorth cuenta el caso de un poseído que subió hasta el techo y se quedó allí durante varios minutos. Algunos dan saltos de varios metros hacia atrás sin hacerse daño. No olvidemos que son fenómenos preternaturales producidos por el poder del demonio y que, por tanto, van más allá de nuestras posibilidades e, incluso, de nuestra imaginación.
El padre Cándido, maestro del padre Gabriele Amorth, dice que en una ocasión invitó a un siquiatra para que le ayudara en un exorcismo. El siquiatra, después de hablar con la joven que iban a exorcizar, escribió una receta y le dijo que tomara esas medicinas. En ese momento, ante la mirada atónita del siquiatra, la joven estiró su brazo, que alargó más de dos metros, agarró la receta y le dijo: Esto no me sirve. Y lo tiró a la papelera. Está demás decir que el siquiatra quedó espantado, ante aquel fenómeno preternatural e insospechado. El padre Cándido se reía de gusto y, a continuación, hizo el exorcismo para poder sacar el demonio. A veces, puede ocurrir que un enfermo siquiátrico esté también endemoniado. Entonces, se necesita del exorcista para sacar el demonio y después del siquiatra para ayudarle en su enfermedad. Otras veces, lo que parecía ser una enfermedad siquiátrica se cura con el exorcismo, pues todo su raro comportamiento se debía al influjo del demonio. Por eso, se cuenta en la vida del beato Francisco Palau, carmelita, que siendo capellán de un hospital de dementes, los exorcizaba a todos; los que tenían influjo satánico, se curaban, y los otros quedaban como estaban.
El obispo Andrea Gemma en su libro Yo, obispo exorcista, afirma que su ministerio de exorcista ha sido de grandes bendiciones para él. Dice: Puedo decir que el ministerio de exorcista me ha dado un gran renovamiento espiritual y la alegría de pertenecer a Cristo y a su Iglesia. Y creo que esto podrían firmarlo todos los exorcistas.
El padre Gabriele Amorth, decía que no le tenía miedo al diablo, sino que era el diablo quien le tenía miedo a él, pues actuaba con el poder de Jesús. Por ello, nunca había recibido daños de parte del demonio.
Es bueno recordar aquí que el patrono de los exorcistas es san Benito de Nursia, declarado así por el Papa Honorio III. La medalla de san Benito es muy poderosa también para protegerse del demonio.
Andrea Gemma cuenta el caso de un millonario industrial de Turín que creía sólo en la fuerza de su inteligencia para sus negocios. Un día comenzó a desvariar y a no darse cuenta de lo que decía ni de lo que hacía. Despreciaba a Dios y a la Iglesia y a todo lo sagrado en general. Buscó en magos y brujas de todo el mundo la manera de curarse, pero solo consiguió que le fueran sacando millones y millones de su gran riqueza, mientras él estaba cada día peor, más arrogante, soberbio y egoísta. No quería saber absolutamente nada de sacerdotes ni de bendiciones. Su rostro, a veces, aparecía terriblemente feo con ojos llenos de odio y a veces tenía una fuerza de león que nadie podía contener. Sus negocios empezaron a venir a menos y todo iba de mal en peor. Un día, al entrar en su fábrica, empezó a gritar como un cerdo y a berrear con un elefante, blasfemando contra todos y tratando de hacer daño a sus 300 obreros. Fue entonces cuando ellos entendieron que su patrón estaba endemoniado… No digo más. Pero me lo trajeron once hombres robustos después de muchas peripecias. Apenas me vio con la estola empezó a amenazarme diciendo: Te la haré pagar, te destrozaré. Comencé a hacerle exorcismo con fervientes oraciones… Finalmente, después de largos sudores, el demonio lo dejó y cayó a tierra con desmayo e inerme, vencido. Nadie se había dado cuenta de que mientras hacía el exorcismo, se habían filmado algunas escenas, grabando su voz y las blasfemias y palabrotas. Cuando despertó, no se acordaba de nada, había olvidado todo y se encontró delante del sacerdote a quien había odiado tanto y amenazado. Estalló en llanto y comenzó a ser desde ese día un corderito y un cristiano totalmente practicante y un verdadero apóstol de Cristo.
Cuando vio las escenas grabadas y se dio cuenta hasta qué punto la soberbia y el orgullo de Satanás le habían llevado, vendió todo y con su familia se fue a un país de África a ayudar a los misioneros y pobres del tercer mundo donde vive ahora.
El ministerio de los exorcistas es tan importante en el mundo actual que en algunas universidades eclesiásticas como el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, se han organizado ya varios cursos sobre exorcismos para sacerdotes y seminaristas. No olvidemos que el demonio puede manifestarse de cuatro maneras: posesión (se apodera del cuerpo), vejación (hace sufrir desde el exterior), obsesión (con ideas fijas mentales) e infestación (en cosas, lugares o animales).
OTROS MEDIOS DE LIBERACIÓN
Para liberar a los oprimidos por el diablo tenemos a disposición algunos medios que la Iglesia nos propone.
Para librarse del poder del demonio, dice el exorcista de Roma, Gabriele Amorth: Es importante la frecuencia de los sacramentos y una conducta de vida conforme con el Evangelio. Se toca con la mano el poder del rosario y, en general, del recurso a María Virgen; muy poderosa es la intercesión de los ángeles y de los santos; utilísimas las peregrinaciones a los santuarios… La palabra de Dios es de gran eficacia… Añado la importancia protectora de las imágenes sagradas, tanto sobre la persona como en los lugares: sobre la puerta de la casa, en las habitaciones, en el comedor o en el lugar en que más comúnmente se reúne la familia… He experimentado, muchas veces, la eficacia de la medallita milagrosa, difundida por el mundo en muchos millones de ejemplares, y si habláramos de las gracias prodigiosas obtenidas por esa simple medallita, no acabaríamos nunca.
El padre Mario Boretti, exorcista de la diócesis de Firenze, ha repartido más de cuatro millones de medallas milagrosas y sugiere colocarlas en el coche, en la almohada y en otras partes para que la presencia de María, a través de la medalla, nos proteja de todo poder del maligno.
Un día vino a verme Marcela, que sufría de malestares de estómago punzantes y de un comportamiento que no lograba dominar ni en casa ni en el trabajo: daba respuestas ofensivas sin poder controlarse. Para los médicos no tenía nada. Cuando le puse las manos sobre los párpados, al comienzo de la bendición, mostró los ojos enteramente blancos, con las pupilas apenas perceptibles hacia abajo y estalló en una risa irónica. Apenas tuve tiempo para pensar que allí estaba Satanás, cuando oí que me decía: “Yo soy Satanás”, con una nueva risotada. Poco a poco, Marcela intensificó su vida de oración, se hizo constante en la comunión, y en el rosario diario y en la confesión semanal (¡la confesión es más fuerte que un exorcismo!). Tuvo una progresiva mejoría y se curó sólo después de dos años.
El obispo Andrea Gemma dice: He visto, con frecuencia, cómo una gota de agua bendita, echada a la cabeza del poseído, produce una reacción furibunda con exclamaciones de intenso dolor. Y lo mismo pasa con los óleos benditos, sobre todo, los bendecidos por el obispo el Jueves Santo. Sólo con amenazar tocarlo, ya le hace gritar. He visto cómo la misma Biblia, colocada sobre el poseído, lo atormenta. Una vez, estábamos dos exorcistas rezando por Rosita y le coloqué un texto de la Biblia sobre la columna y, de repente, se tiró a tierra como si le hubiese dado un mazazo… La palabra santa, ¡qué don y qué poder, qué medio tan grande tenemos a nuestra disposición para la liberación! (de los oprimidos por el diablo)… Lo mismo digo del rosario bendito y de las reliquias de los santos. Me habían regalado un pedacito de tela con la que el santo padre Pío de Pietrelcina se había limpiado las llagas. Una vez, la coloqué sobre la columna de una paciente, sin que se diera cuenta, y, de inmediato, tuvo una rabiosa y rapidísima reacción con la acostumbrada frase: Quítamela de encima.
Mi cruz pastoral, que había recibido en mi ordenación episcopal, colocada sobre los poseídos, los hacía temblar de terror… Lo mismo pasaba con mi anillo pastoral, que me había puesto en el dedo el Papa Juan Pablo II el día de mi consagración episcopal y que había sido bendecido por el mismo Papa… Así he comprendido que la Iglesia ha hecho muy bien en multiplicar bendiciones de objetos y personas y lugares. Tenemos agua bendita, sal bendita y aceite bendito… Y ¿qué decir de la santa Eucaristía? Siempre ha sido suficiente la amenaza de ir al sagrario, para hacer temer de ira al espíritu maligno. En casos graves, el poner sobre su cabeza las hostias consagradas hacía que el paciente se arrojase a tierra y quedara inmóvil. Hacer coger al poseso el copón con las hostias consagradas era sentir unos gritos lastimeros tremendos, como si le hubieran puesto un peso enorme, del que pedía ser liberado…
El exorcismo más eficaz es siempre participar en la Eucaristía y recibirla con devoción lo más frecuentemente posible. Sobre la devoción a María, emplearé todo un capítulo. Yo siempre comienzo los exorcismos con el rezo del rosario y no llego al último misterio, cuando los posesos ya están temblando.
LA VIRGEN MARÍA
Todos los exorcistas, sin excepción, hablan en sus libros por experiencia propia que acudir a la Virgen María es fundamental en los casos de exorcismos, especialmente en los más difíciles. El poder de María sobre el demonio viene desde antiguo. Por eso, el Génesis 3, 15 dice: Ella te aplastará la cabeza. Algunos teólogos dicen que la rebelión contra Dios fue, precisamente, por tener que aceptar a Jesús como Dios, siendo a la vez hombre y, sobre todo, por tener que ser menos que María, una simple criatura humana, inferior a ellos en naturaleza. De hecho, María es el terror de los demonios y basta pronunciar su nombre, con el de Jesús, para que huyan despavoridos. Cuando se reza el rosario, se manifiestan con violencia, como si les hicieran un gran daño. Por ello, normalmente, en todos los exorcismos suele acostumbrarse a comenzar con el rezo del rosario.
San Luis Orione les decía a los miembros de su Congregación el 4 de diciembre de 1973.
Estamos en la novena de la Inmaculada. Es tan grande el privilegio de la Inmaculada Concepción que este privilegio ha desatado en el demonio una inmensa rabia y odio. Por eso, cuando se quiere saber si una persona está poseída por el demonio, un medio fácil es hacerle repetir “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Los posesos dicen el Gloria al Padre, dicen el Avemaría. Pero esta jaculatoria no la quieren repetir… Cuando estaba en América, un día vino un médico, presidente del hospital mayor de Buenos Aires, estimadísimo entre todos los médicos de la capital. Y me dijo: “Tengo una hija endemoniada, hágame la caridad de exorcizarla…” Su hija estaba verdaderamente endemoniada, hablaba en lenguas diversas, que nunca había estudiado y tenía una voz fuerte de hombre…
Me trajo el permiso del arzobispo, fui a la capilla escogida y comencé el exorcismo. La niña corría entre las bancas como una serpiente, pasaba entre los bancos con rapidez, pero no podía salir; porque las puertas estaban cerradas. La amarraron y no me fue posible hacerle decir: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Ella decía algunas letras: ía… cado… bida: pero no repetía la jaculatoria entera. Al fin, el Señor la liberó.
Hice otro exorcismo a una novicia convertida del protestantismo. Algunas religiosas vinieron a decirme que estaba endemoniada… Ella recibía la comunión todas las mañanas y el demonio la obligaba a tirar la hostia santa en un lugar indecente. Cuando le echaba agua bendita, gritaba como si le echara plomo fundido. Tampoco a ella pude hacerle repetir la jaculatoria de María.
Por eso, cuando seáis sacerdotes, si os llaman para hacer exorcismos, os doy una señal clara para reconocer si son o no endemoniados, pues podría ser histerismo o pueden darse extraños fenómenos nerviosos o enfermedades, que la ciencia puede explicar y, a veces, curar. La señal es: Si repite la jaculatoria: Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos, estad tranquilos, no está poseído, es una enfermedad; pero, si no la repite, estad seguros que el diablo ha tomado dominio de su cuerpo. Hay otras señales como hablar en lenguas extrañas, conocer cosas a distancia, etc.
El obispo Andrea Gemma escribe: Un día me trajeron a un jovencito de trece años, llamado Pascualino, llevado con dificultad por dos hombres robustos en un silla y acompañado por su madre. El chico no podía caminar solo, a pesar de que los médicos no habían encontrado en él nada malo. El calvario de la familia había comenzado varios años antes, desde que Pascualino estaba en el vientre de su madre. Me dijo su madre que, cuando era muy niño todavía, tenía el vientre tan hinchado y duro que parecía de piedra. Los médicos lo operaron y no encontraron nada malo. Todo estaba normal.
Era un caso de maleficio que le hicieron a su madre, cuando el niño estaba todavía en su vientre. Por eso, cuando empecé a orar por el chico, su madre comenzó también a sufrir inexplicables dolores. Así estuve rezando por él cada semana, durante algún tiempo. Después de varias sesiones de oración, parecía que no había adelanto en su curación. Hasta que llegó un día en que yo estaba en Sicilia, invitado a predicar en el santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Paterno (Catania) y, antes de tomar el avión en el aeropuerto de Catania para regresar a mi casa en Iserna, quise visitar la Roca de Belpasso, un lugar mariano donde se cree que se apareció la Virgen María. No tenía mucho tiempo y me recogí en oración intensa. Le hablé a María de Pascualino. Mi oración estaba llena de esperanza.
Al día siguiente, después de haber descansado toda la noche en mi casa, sonó el teléfono y me dijeron con alegría que Pascualino caminaba y que estaba libre del poder del demonio. Algunos días después, Pascualino vino con sus familiares a visitarme para poder constatar personalmente el milagro realizado después de la fervorosa oración que había hecho ante la Roca de Belpasso. Fue para todos una alegría increíble y un milagro extraordinario.
El poder de intercesión de María es muy poderoso contra el poder del maligno. El mismo obispo Andrea Gemma ha afirmado en repetidas ocasiones que el demonio le ha dicho que si no fuera, porque la Virgen lo protege, lo habría aplastado hace mucho tiempo.
Un día, en pleno rito de exorcismo, el pobre paciente estaba en el colmo de su desesperación a causa de que le echaba agua bendita, lo ungía con óleo bendito y, sobre todo, invocaba a María. Entonces, empezó a llorar, gritó volviendo la cabeza hacia la imagen de María (no los ojos), y dijo con una afirmación amarguísima para él: Ella lo hace todo.
Eso es lo que muchos santos, como san Bernardo, han dicho hace siglos: Cristo ha querido hacerlo todo por María, como si dijera que Jesús se da el gusto de darnos todas las gracias y bendiciones por medio de María. Por eso, suele decirse que María es la mediadora o medianera de todas las gracias.
La historia de veinte siglos de catolicismo no es más una resplandeciente confirmación de esta soberana decisión de Dios: Todo por María. Sentirlo decir por el demonio ha sido una de las más grandes alegrías de mi vida religiosa y sacerdotal, y la confirmación de un programa de vida que es mío desde siempre.
Por eso, hay que recomendar a todos los liberados del poder del maligno que amen mucho a María y recen el rosario. El rosario, según decía el santo padre Pío de Pietrelcina, es un arma formidable contra Satanás.
María Simma, la conocida mística austriaca, que tenía el carisma de ver a las almas del purgatorio, que se le aparecían para pedirle ayuda, dice: Un día estaba sentada en mi casa en un sillón y tomé el rosario para rezarlo. Como tuve que salir un momento de la habitación, dejé el rosario sobre el sillón. Al regresar, lo encontré anudado de modo increíble. No podía quitar los nudos. Entonces, le dije a Satanás: Estúpido, o me deshaces ahora mismo los nudos o te saco inmediatamente diez almas del purgatorio. Ante mis ojos asombrados, los nudos se desataron y yo pude continuar rezando el rosario. Cuando veo alguna interferencia de Satanás en mis cosas, le ordeno en el Nombre de Jesús y me obedece inmediatamente[9].
Ciertamente, el rosario es una de las cosas que más desagrada a Satanás.
¿QUÉ DESAGRADA MÁS A SATANÁS?
El padre Pellegrino Ernetti en su libro Catechesi di Satana, recomendado por el cardenal Pío Laghi, prefecto de la Congregación para la Educación católica, nos hace un resumen de lo que más desagrada al diablo. Todo ello, tomado de lo que dice el propio demonio por boca de los posesos, al realizar exorcismos y ordenarles en el nombre de Jesús que digan lo que más le desagrada. Esto ha sido registrado en grabadoras y delante de algunos de los colaboradores del padre Ernetti. El demonio dice literalmente que le desagrada:
La confesión.- ¡Qué estúpida invención! ¡Cuánto daño me hace! Me hace sufrir… Aquella sangre… Es mi dolor más atroz. Pero he encontrado sacerdotes que no creen es la confesión y mandan a los cristianos a recibir al falso Dios en pecado… ¡Cuántos sacrilegios hago cometer!
La comunión.- Aquí me encuentro desarmado. No tengo fuerzas para luchar. Los que se alimentan de esta carne y beben de esta sangre se hacen fortísimos contra mí, se hacen invencibles a mis seducciones y tentaciones. Parecen diferentes a los otros, parece que tienen una luz especial y me rechazan rápidamente y se alejan de mí y me rechazan como a un perro… ¡Qué tristeza! ¡Qué dolor! Pero yo los persigo ferozmente y muchos van a comer la hostia en pecado… ¡Qué alegría para mí!
La adoración al Santísimo.- Adorar un pedazo de pan ¡Cuántos insensatos pierden horas y horas, día y noche, de rodillas, adorando un pedazo de pan, escondido en una caja sobre el altar del falso Dios! ¡Cuánta rabia me dan estas personas! ¡Cuánta rabia me dan estas adoraciones irracionales!
El rosario.- Odio el rosario, ese utensilio gastado y podrido de aquella Mujer (se refiere a la Virgen). El rosario es para mí como un martillo que me golpea la cabeza. Es la invención de los falsos cristianos, que no me obedecen y siguen a aquella Mujer. En vez de oírme a mí, que reino en todo el mundo, se van a rezar a aquella Mujer, mi primera enemiga con esa cosa (rosario)! ¡Me hacen tanto daño!
Las apariciones de María.- Mi gran dolor de este tiempo son las continuas apariciones de esta Mujer en todo el mundo. En todas las naciones se aparece y me persigue, quitando de mis manos tantas almas, millares y millares, por oír sus falsos mensajes, por suerte me defienden algunos obispos y sacerdotes que no creen.
El Papa.- Lo que mayormente me destruye es la obediencia a aquel hombre vestido de blanco (el Papa), que manda en nombre del falso Salvador y Redentor. ¡Obedecer a un hombre que ama a aquella Mujer, que me persigue desde siempre! ¡Qué vergüenza! Parecen ovejas, conejos, asnos… ¡Qué vergüenza! Es odioso a mis seguidores el polaco que ama a la Mujer y que propaga el rosario como su oración preferida.
Religiosas contemplativas.- Me preocupan mucho aquellas siervas con la cabeza cubierta, que abandonan todo para recluirse dentro de cuatro muros y sacrificar todo por Dios.
Día y noche, ellas se mortifican, no duermen lo suficiente, no comen según las necesidades del apetito y del cuerpo, no hablan libremente en todas partes, rezan, cantan… De estas religiosas claustrales tengo miedo, un miedo terrible. Son mis enemigos más terribles y aguerridos, me quitan de las manos muchas almas de toda clase y condición. ¡Qué enemigos tan terribles! Cuando comienzan a rezar por la conversión de un alma, son tenaces.
Resumiendo, lo que más le desagrada es:
- La confesión, donde Cristo lava nuestras almas con su sangre preciosa.
- La Eucaristía, que nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
- La adoración eucarística, donde continuamos la unión con Jesús.
- El amor a María y el rezo del rosario.
- Las apariciones de la Virgen, que nos llevan a la conversión.
- La obediencia al Papa, representante de Jesús en la tierra.
- La oración de las almas contemplativas.
Por el contrario, dice el padre Pellegrino, que lo que más le agrada es:
- La profanación de las hostias consagradas.
- El aborto, que es la matanza de niños inocentes.
- La droga, que hace alocarse a los jóvenes.
- El divorcio, que destruye a las familias.
- Las faldas cortas y los vestidos indecentes de las mujeres.
- Los eclesiásticos que niegan su existencia…