Hotel California
Razones por las que Hotel California es considerada una canción satánica .
En 1976 el grupo The Eagles lanzó el simple Hotel California, y si bien en un inicio se interpretó como una alusión al consumo de drogas “duras”, al poco tiempo esa interpretación fue dejada de lado para ser vista “como un himno satánico”, siendo numerosas las pruebas que abonan esta teoría. Entre otras, son las siguientes: el título haría referencia al lugar y la dirección -California Avenue- en la que Anton Szandor La Vey, el autoproclamado “Papa Negro” fundó la Iglesia Satánica en San Francisco. También se dice que, en esa iglesia, los miembros de Eagles habrían hecho un pacto satánico.
Antes de hablar de la canción propiamente, se ve en una foto interna del disco, mezclado en un grupo de personas, a un tenebroso personaje con una afilada barba y cabeza calva que se asoma por la ventana del hotel –es el Hotel Beverley Hills- y que no sería otro que el mismísimo Papa Negro Anton Szandor La Vey –el dato curioso es que cuando se tomó la foto él no estaba ahí- o incluso el Demonio. Al analizar la letra, se pueden obtener diversas interpretaciones, todas en sentido ocultista, que incluyen la versión que dice que la canción describe una misa negra con sacrificios incluidos, además de personajes extrañísimos como una “bestia”, un capitán, un recepcionista, etc., quienes podrían ser los participantes en la ceremonia o ritual de magia negra. En otra versión, se habla del ingreso de un alma en el Infierno –el Hotel California, hornos calientes-, del que no puede salir jamás. Nos inclinamos, personalmente, por esta segunda interpretación.
Hablando propiamente de la historia que relata la canción, se habla de un hombre que, pasando por el desierto, se encuentra con el Hotel California: este hotel, en algunas versiones, indicaría tanto el lugar como las causas de los excesos entre la juventud: la droga, el sexo y el rock and roll: “El Hotel California, según Don Henley, su compositor, intenta reflejar el ambiente decadente y de fin utopía, las abundantes drogas como la cocaína y diferentes excesos que, especialmente, se localizaban en el mundo del rock y en la ciudad de Los Ángeles” . Sin embargo, en otras versiones es más creíble el contenido esotérico de la canción: el hombre –un hombre anónimo- pierde la vida en un accidente de auto y se encuentra con el hotel, el cual el hombre no sabe si es el Cielo o el Infierno. En ese momento, encuentra una mujer –una bruja- que le muestra el camino hacia el interior del hotel . El desierto puede ser la vida del hombre sin Dios; nada atractivo hay en el desierto porque allí no está Dios. Puesto que en su peregrinar termina –muere- durante el día y al día le sigue la noche, el hombre –ya muerto, o sea, su alma- se ve obligado a pasar la noche en el Hotel California; ahora bien, el terminar el día significa que termina la vida terrena –por eso el hombre está muerto- y el comienzo de la noche significa que el hombre muere, por lo que en realidad es su alma la que ingresa en el Hotel California –que algunas traducciones llaman “Hornos calientes”, lo cual indicaría el Infierno-.
En otras versiones, el Hotel California sería un antiguo templo cristiano que ha sido profanado por la presencia de La Vey, al convertirlo en un templo satánico y por lo tanto centro de reunión de prácticas ocultistas y satánicas y lugar en el que se ofrician misas negras. Al ingresar, escucha la frase “no hemos tenido ese espíritu desde 1969”, con lo que se estaría haciendo alusión al año en el que La Vey o el Papa Negro escribió la famosa e infame Biblia Satánica. Es decir, los habitantes del Hotel –los condenados, ante todo, recuerdan al hombre una de las causas por la que están ahí y es la infame Biblia Satánica de La Vey-.
Cabe recordar que La Vey creó, en 1966, la Iglesia de Satán en San Francisco, California y la publicó en el año 1969. Allí es cuando se origina el rumor que lo relaciona con la canción “Hotel California” de The Eagles, pues se dice que en 1966 escribió o comenzó a escribir su Biblia en ese hotel, y que a su vez la canción fue escrita a petición de Lavey por The Eagles para celebrar el aniversario de ese comienzo. Volviendo a la canción, esta dice “Había voces al final del pasillo, creí que las oí decir... Bienvenido al Hotel California”. Esas voces serían las voces de los condenados y las de los ángeles caídos, es decir, los habitantes del Infierno. Hasta ahora, entonces, el protagonista es un hombre que muere, aparentemente en un accidente de tráfico e ingresa en el Infierno. El protagonista se da cuenta en donde se encuentra y trata de huir corriendo, pero el guardián de las puertas del Infierno le advierte que en el Infierno-Hotel California se puede entrar en cualquier época del año, pero que no se puede salir nunca, aunque sí puede elegir el lugar en el que quiere estar para siempre…
A continuación, analizaremos el texto de la canción estrofa por estrofa y daremos la interpretación “infernal”.
El texto dice así: “En una oscura autopista del desierto, el viento frío en mi pelo, cálido olor a “colitas”, extendiéndose por el aire”.
Es decir, el protagonista va por la ruta, en un desierto, bajo el efecto del alcohol y las drogas; conduce un mercedes.
“Por delante, en la distancia, vi una luz trémula”.
Es el momento en el que, o choca y muere, o muere directamente por el efecto de las substancias que ha ingerido –alcohol y drogas-.
“Mi cabeza se volvió pesada y mi vista se volvió borrosa”.
Describe el momento en el que alma se separa del cuerpo, es decir, en el instante en el que muere.
“Tuve que parar a pasar la noche. Allí estaba ella en la puerta”.
Tiene que detenerse obligadamente, porque ya no está en el mundo de los vivos. Lo espera la muerte –“allí estaba ella en la puerta”-. También puede ser una bruja, que está condenada como él.
“Oí la campana de la misión. Y estaba pensando para mí: “Esto podría ser el Cielo, o podría ser el Infierno”.
Oye el sonido de una campana y no está seguro de si es el Cielo o el Infierno. Sin embargo, se trata de las campanas que le anuncian que está en el Infierno.
“Entonces ella encendió una vela y me mostró el camino”.
La misteriosa mujer podría ser la muerte personificada, o bien el espíritu condenado de una bruja. La vela encendida es símbolo de la brujería, que muestra el camino, a vivos y muertos, hacia el Infierno.
“Había voces al final del pasillo, creí que las oí decir...”.
Escucha por primera vez las voces de los condenados en el Infierno.
“Bienvenido al Hotel California. ¡Qué lugar tan adorable! ¡Qué cara tan adorable!”.
Las almas que van “de pecado mortal en pecado mortal”, como dice San Ignacio, creen que el Infierno es un lugar adorable y que sus placeres pecaminosos "durarán para siempre", como dice Santa Teresa de Ávila. Como es un recién llegado, el condenado no sabe que es un lugar de torturas y todavía tiene la impresión del Infierno como lugar “agradable” como cuando estaba vivo. Piensa que allí podrá seguir con su vida de pecado, como lo hacía cuando estaba vivo.
“Lleno de habitaciones el Hotel California. En cualquier época del año, lo puedes encontrar aquí”.
El Infierno es un lugar sumamente espacioso, con cabida para toda la humanidad, si fuera posible. Es comparable a un hotel que nunca se queda “sin reservas”, es decir, que está abierto y disponible “todo el año”.
“Su mente está perturbada por las alhajas. Ella tiene el Mercedes Benz”.
La mujer que lo condujo hasta el Infierno, puede haber sido una persona pecadora en vida, que murió junto con él y ahora también está en el Infierno. Posee aquello que la condujo al Infierno: joyas y Mercedes Benz, que pueden simbolizar la lujuria y la avaricia. En el Infierno se convive con el pecado, de ahí que la mujer tenga, al menos simbólicamente, lo que la condenó. También puede ser una bruja, igualmente condenada, que le muestra la fatuidad de los bienes materiales, que para nada sirven en el Infierno.
“Ella tiene muchos chicos lindos. Que ella llama amigos. Como bailan en el patio. Dulce sudor del verano”.
Los “chicos lindos” no necesariamente son tales: puede ser una referencia irónica al resto de los condenados que, cuando estaban en vida y vivían en gracia, antes de condenarse, tenían sus almas hermoseadas por la gracia. El hecho de “bailar” simboliza el frenesí y la ausencia de descanso, por el dolor que los atormenta, propia de las almas de los condenados.
“Algunos bailan para recordar, algunos bailan para olvidar”.
Los condenados bailan –saltan de dolor, más bien-; algunos, recordando el pecado que los hizo caer ahí para siempre; otros, tratando de olvidar ese pecado, lo cual es imposible.
“Entonces llamé al Capitán: “Por favor, dame mi vino”.
El condenado todavía no asume que está en el Infierno y como es alcohólico, quiere más alcohol y se lo pide al demonio –capitán- que tiene frente a sí, para continuar su vida de antaño. También puede significar que, estando ya en el Infierno, continúa con su pecado, que no le ha sido quitado –el alcoholismo- y no le será quitado nunca –por libre decisión suya, ya que evitó toda conversión cuando vivía-.
“Y él dijo: “No hemos tenido ese espíritu aquí desde mil novecientos sesenta y nueve”.
El Demonio le responde, no refiriéndose al vino, sino a la fecha de publicación de la primera edición de la Biblia Satánica de Anton La Vey, gracias a la cual muchos han caído en el Infierno. Dicha Biblia Satánica actúa como un “espíritu embriagador” que embriaga al alma con el mal.
“Y aun aquellas voces están llamando desde lejos. Te despiertas en medio de la noche. Sólo para oírles decir... Bienvenido al Hotel California. ¡Un lugar tan adorable! ¡Un lugar tan adorable! ¡Una cara tan hermosa!”.
Se trata de las voces de los condenados; son voces que nunca callan. En sus maldiciones e imprecaciones, se burlan del Infierno, pues es todo lo contrario a lo que dicen: no es ni agradable ni hermoso.
“Ellos disfrutan la vida en el Hotel California. ¡Qué linda sorpresa! ¡Qué linda sorpresa! Trae tus excusas”.
Quienes “disfrutan” del Infierno pueden ser, o los demonios, que se gozan por el dolor de los condenados, o los hombres que todavía están vivos y no creen en el Infierno o creen en él como en un lugar sin dolor. “Trae tus excusas”, quiere decir que en el Infierno, el que ponía excusas para no convertirse y así evitar el Infierno, ahora está en él, para siempre, con todas sus excusas a cuestas.
“Hay espejos en el techo. El champagne rosado en hielo”.
Es la imagen del que vive mundanamente y, si no cambia de vida, será un habitante más del Infierno. Los espejos en el techo y el champagne pueden estar indicando la avaricia y la lujuria, como recuerdos del condenado de lo que lo llevó al Infierno.
“Y ella dijo: “Aquí somos todos prisioneros de nuestro propio deseo”.
La bruja que lo guió al Infierno, condenada igual que él, le hace dar tomar conciencia de algo que sabrá para siempre: quien está en el Infierno, es esclavo de su propio –mal- deseo, es decir, de su propio pecado, que ya no le será quitado nunca más: “somos prisioneros de nuestro propio deseo”. En el fondo, la eterna condenación es una auto-condenación, en el sentido de que el alma tiene lo que deseaba –el pecado- para siempre. Sólo que acompañado del dolor que no termina nunca.
“Y en la recámara del maestro, se reúnen para la fiesta. Ellos la apuñalan con sus cuchillos acerados, pero no pueden matar a la Bestia”.
El “maestro” no es otro que el Demonio y las almas de los condenados, en una orgía de sangre que no termina nunca, hacen el intento de “matar a la Bestia”, es decir, al Demonio, que con sus tentaciones los llevó allí, pero no lo pueden conseguir.
“Lo último que recuerdo siempre, es que estaba corriendo hacia la puerta. Yo tenía que encontrar el pasaje que me llevara al lugar donde estaba antes”.
El protagonista cae en la cuenta de que se encuentra en el Infierno y quiere regresar a la vida terrena –“el lugar donde estaba antes”- y por eso corre vanamente hacia la puerta, que está cerrada para siempre.
“Relájate”, me dijo el hombre de la noche. Estamos preparados para recibirte. Puedes salir cada vez que quieras, pero nunca te puedes ir”.
El demonio que le impide la salida del Infierno –el “hombre de la noche”- le dice que puede salir de las estancias o habitaciones del Infierno –las cuevas o madrigueras del Infierno o el lago de fuego- las veces que quiera, pero que nunca podrá salir del Infierno: “nunca te puedes ir”. El condenado deambula, ardiendo de dolor, de un lugar a otro en el Infierno, sin encontrar descanso ni alivio, pero nunca puede salir del Infierno.
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