Detalle del Juicio Final en la Catedral de Florencia
“Mientras estaba en aquel abismo, he visto precipitarse personas impuras y no se pueden decir ni comprender los horrendos rugidos que salían de sus bocas: “¡Maldición eterna! ¡Me he engañado! ¡Estoy perdida! ¡Permaneceré aquí para siempre! ¡Para siempre! ¡Para siempre! ¡Y ya no hay más remedio… maldita de mí!”. Una jovencita gritaba desesperadamente, imprecando contra las malas satisfacciones que había concedido en vida a su cuerpo y maldecía a sus padres que le habían dado demasiada libertad en el seguir la moda y las diversiones mundanas. Estaba condenada desde hacía tres meses”.
(Sor Josefa Menéndez)
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