El Catecismo de la Iglesia Católica, no. 1035 dice: “La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Inmediatamente después de la muerte, las almas de aquellos que mueren en un estado de pecado mortal descienden al infierno, donde sufren los castigos del infierno, el “fuego eterno”. El principal castigo del infierno es la separación eterna de Dios, en quien sólo el hombre puede poseer la vida y la felicidad para la cual fue creado y por la que anhela".
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