La práctica de la Iglesia
Católica de celebrar, una vez al año, la Santa Misa pidiendo por los Fieles
Difuntos, es una práctica de caridad, que al mismo tiempo nos recuerda las
verdades de nuestra fe. En efecto, es práctica de caridad, porque ofrecemos la
Santa Misa por su eterno descanso, de manera que si están en el Purgatorio,
salgan cuanto antes de él, para ingresar en el Reino de los cielos. Y si ya
están en el cielo, que es algo que solo Dios sabe, las oraciones que dirigimos
por ellos también son práctica de caridad, porque esos sufragios se aplican a
las Almas del Purgatorio que están olvidadas y por las que nadie reza.
Al celebrar los Fieles
Difuntos, la Iglesia alaba y ensalza la Divina Misericordia, porque es por la
Divina Misericordia que esperamos que ellos estén en el cielo; confiamos que
Dios, por su infinita Misericordia, les haya concedido antes de morir la gracia
del arrepentimiento perfecto, de manera que hayan podido hacer un acto de
perfecta contrición, la cual es el arrepentimiento perfecto de los pecados y es
salvífica, porque por ella se perdonan los pecados. Entonces, recordar a los
Fieles Difuntos, es ocasión al mismo tiempo para ensalzar la Divina
Misericordia, porque por ella es que esperamos que nuestros queridos difuntos
hayan sido capaces de sortear el Juicio Particular y estén ya gozando de la
visión beatífica.
Por otro lado, la
Conmemoración de los Fieles Difuntos es ocasión para meditar en nuestra propia
muerte y en nuestro Juicio Particular, porque si por la Misericordia de Dios
esperamos que nuestros seres difuntos estén con Él, es que entonces tenemos la
esperanza de reencontrarlos, no en esta vida, sino en la otra, y no de
cualquier manera, sino a través de Cristo Jesús y a Cristo Jesús se llega por
la Virgen. Esto quiere decir que si ellos están el cielo y si tenemos la
oportunidad de volver a verlos, debemos hacer lo posible por ganar al cielo,
porque no es que morimos y vamos al cielo, sino que morimos y vamos al Juicio
Particular. Recordar a los Fieles Difuntos es ocasión entonces de renovar el
propósito de querer ganar el cielo para reencontrarnos con ellos. Para eso,
debemos hacer tres cosas: evitar el pecado, vivir en gracia y obrar la
Misericordia. Si esto hacemos, también nosotros, por la Divina Misericordia y
al igual que nuestros queridos difuntos, atravesaremos el Juicio Particular,
haciéndonos Jesús reencontrarnos en el cielo con nuestros queridos difuntos,
para ya no volver a separarnos nunca más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario