Puede afectar al equilibrio mental y la salud física, aleja de la fe y atrae al demonio.
Roberta Sciamplicotti
El espiritismo no es una práctica inocua, sino una verdadera amenaza contra el equilibrio mental y la vida moral y espiritual de las personas, sea cual sea su origen: fraude, mecanismos inconscientes, autosugestión, intervención diabólica.
Lo afirma Francesco Bamonte, religioso de los Siervos del Corazón Inmaculado de María y desde 2012 presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas. El padre Bamonte dirige el sitio italiano http://www.dannioccultismo.it y ha escrito un libro significativo sobre el tema, titulado I danni dello spiritismo. L’azione occulta del Maligno nelle presunte comunicazioni con l’Aldilà (Ancora).
El texto, ya en su segunda edición (revisada y ampliada), ofrece pruebas de la absoluta falsedad de las prácticas espiritistas que pretenden invocar a los difuntos para interrogarles. No se trata de un ensayo teológico para expertos, sino un relato de experiencias en el campo que quiere iluminar, a través de las referencias a la Biblia y a la doctrina de la Iglesia, un tema de fuerte actualidad.
Son millones las personas que practican el espiritismo para seguir en contacto con un ser querido fallecido, buscando de buena fe un consuelo a su dolor, o bien por juego, confiándose al mundo de lo oculto con superficialidad. En todo caso, observa, “se trata de gente que cree acercarse al más allá, pero que de hecho se aleja de Dios”.
El libro recoge una serie de testimonios recogidos de modo directo o indirecto por el sacerdote, pasando después a analizar el “mundo oscuro que conocer y desenmascarar” del ocultismo, empezando por sus técnicas: desde la tipología o lenguaje de los golpes a la mesita giratoria, del péndulo a la pneumatografía y a la pneumatofonía, hasta la tabla alfabética, llamada también ouija, que hoy es la técnica más de moda sobre todo entre los jóvenes, hasta el punto de que según las estadísticas, al menos el 30% de ellos ha hecho al menos una vez este tipo de sesión espiritista.
La Biblia lo prohíbe
Tras un atento análisis de las diversas corrientes y doctrinas del espiritismo, el padre Bamonte se adentra en lo que la Biblia dice sobre el tema, subrayando que el texto sacro prohíbe esta práctica, muy difundida también en el antiguo Oriente.
“Por este motivo, cuando de cara a su futura Encarnación Dios empezó a formar en ese lugar de la tierra a su pueblo Israel, prohibió de forma severísima cualquier recurso a la misma, conociendo el peligro que esta práctica comporta al apartar al hombre de Él, alejar de la Verdad y dañar gravemente la fe”.
Esta prohibición es ejemplificada en numerosos ejemplos tomados del Antiguo y del Nuevo Testamento y prosigue con los pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia, que “fiel custodia e intérprete de la palabra de Dios, siempre ha puesto en guardia a los fieles contra las prácticas espiritistas”.
Su prohibición, explica el padre Bamonte, “no es un acto de autoritarismo, sino que corresponde a la voluntad misma de Dios, sabiendo que esta práctica hace daño a su pueblo, porque le hace desviarse”; “esta prohibición debe considerarse una intervención maternal de la Iglesia para proteger a sus hijos más crédulos y desamparados”.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma en el n. 2116 que “todas las formas de adivinación son rechazables” y que “la evocación de los muertos, […] o el recurso a los medium, manifiestan una voluntad de dominio sobre el tempo, sobre la historia y sobre los hombres, y al mismo tiempo un deseo de hacerse propicias las potencias ocultas. Están en contradicción con el honor y el respeto, junto al temor amoroso, que debemos sólo a Dios”.
Esto, sin embargo, no quiere decir que no sea posible contacto alguno entre los vivos y sus seres queridos difuntos, porque la muerte no rompe la unión con ellos.
“Con nuestros difuntos –recuerda el padre Bamonte– aun no habiendo un contacto directo, inmediato y perceptible por los sentidos, existe permanentemente un vínculo espiritual, y por tanto invisible, pero real, en virtud de la comunión con el Señor Jesús, en el cual y a través del cual estamos unidos unos a otros, vivos y difuntos”.
Contacto con los difuntos
La Biblia afirma también que es posible un contacto visible o auditivo con los difuntos, pero sin evocación, sólo por libre iniciativa de Dios. Como ha escrito el exorcista padre Gabriele Amorth, “Dios puede permitir que un difunto se presente a un vivo, o que le hable, que tenga un contacto directo con él”.
Pero “se trata de casos extraordinarios, por tanto muy raros. En todos estos casos, el hecho sucede por pura y libre iniciativa de Dios y en las circunstancias y límites establecidos por Él, y nunca como fruto de habilidades o poderes humanos”.
El espiritismo debe rechazarse, y sus técnicas pueden abrir el camino a infiltraciones extraordinarias del demonio, que sabe adaptar sus actitudes y acciones a los tiempos, lugares y personas.
Los espiritistas y los medium, escribe padre Amorth, “en realidad son entregados en cuerpo y alma a fuerzas demoniacas, sin darse cuenta siquiera, por las que son utilizadas siempre con fin destructivo, lo que es evidente del hecho de que el medium nunca es una persona serena”.
Igualmente, quien se acerca al espiritismo pone en riesgo su propia estabilidad psicofísica, que puede sufrir sobresaltos, traumas muy graves o un estado de dependencia similar al del alcohol o la droga.
Pérdida de la fe
El riesgo extremo es perder la fe. “Desde su nacimiento”, escribe el padre Bamonte, “el espiritismo se hacía pasar por religión ‘científica’ que permite experimentar concretamente lo que en cambio las religiones creen por fe, es decir, que el espíritu sobrevive a la muerte. La diferencia entre espiritismo y religión estaría precisamente en este ‘conocer y saber’ en lugar del ‘creer por fe’ que hay vida después de la muerte”.
La fe cristiana no puede aceptar “revelaciones” que pretendan superar o corregir la revelación en la que Cristo es el cumplimiento.
La Revelación cristiana, además, tiene un carácter gratuito por lo que huye por naturaleza de cualquier técnica mediante la cual el hombre se pueda apropiar, por su propia voluntad, de los contenidos una vez llega a dominar ciertas leyes.
(https://es.aleteia.org/2015/03/27/conoces-los-peligros-del-espiritismo/2/)
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