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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Los Novísimos y una visión de Santa Brígida en la que la Virgen salva un alma de ser condenada


Recordemos lo que nos espera: el terrible juicio de Dios; y después de él, según hayamos obrado en nuestras vidas, la sentencia será lanzada:

- O ir al cielo directamente 
- O ir al Purgatorio por quién sabe cuánto tiempo 
- O ir al infierno por toda la eternidad

Por eso es muy importante y provechoso que siempre en la vida reflexionemos en 3 puntos:

1) En el terrible juicio de Dios y lo mucho que ayuda para aprobarlo, las oraciones de los demás
2) En las terribles penas que se sufren en el Purgatorio
3) En la expiación que tendríamos que hacer durante nuestras vidas si quisiéramos no pasar por el Purgatorio, o sólo estar allí por breve “tiempo”.

-En este post sólo analizaremos el primer punto, esto es el terrible Juicio de Dios y lo mucho que ayuda para aprobarlo, las oraciones de los demás.

El terrible juicio de Dios nos lo recuerda muy bien el “DIES IRAE”:
“Día de ira, el día aquél, que reducirá el mundo a cenizas;…
Cuán grande será el terror cuando aparezca el Juez,
para sentenciarlo todo con rigor…
El libro, ya completo, será leído, en el que todo (¡TODO!) se haya consignado…
Cuando el juez se haya sentado, se revelará todo secreto; nada (¡NADA!) quedará sin castigo…
¿Qué he de decir entonces, miserable de mí? ¿a qué abogado recurriré si apenas el justo estará seguro?...”

¿TENEMOS MIEDO DEL JUICIO DE DIOS?

Bueno, al menos que ese temor sea saludable para prepararnos bien para ese momento. Pero veamos lo mucho que ayuda para aprobarlo, las oraciones de los demás.

PARA ILUSTRAR ESTO, NARREMOS UNA VISIÓN DE SANTA BRÍGIDA:

Santa Brígida
Ella, velando en oración vio en una visión espiritual, un trono, que estaba ocupado por uno como el sol; y la luz y resplandor que de él salía, era incomprensible en longitud, latitud y profundidad.

Estaba una Virgen cerca del trono con una preciosa corona en la cabeza. Tras esto, vio un negro como etíope, feo y abominable, lleno de inmundicia y encendido de enojo, que comenzó a dar voces diciendo: “Oh Juez justo, juzga esta alma y oye sus obras, que ya poco le resta de estar en el cuerpo, y dame licencia para que atormente al alma y al cuerpo en lo que fuera justo”.

Después vio la Santa un soldado armado junto al trono, modesto en el aspecto, sabio en las palabras y dulce en sus ademanes, el cual dijo:

“Oh Juez, ves aquí las buenas obras que ha hecho esta alma hasta este punto”.

Y LUEGO SE OYÓ UNA VOZ DEL TRONO QUE DIJO: “Más son, pues, los vicios en esta alma, que las virtudes. No es justicia que tenga parte el vicio con la suma virtud, ni se junte a ella”.

Enseguida dijo el negro: “A mí es de justicia que se me entregue esta alma; que si ella tiene vicios, yo estoy lleno de maldad, y estará bien conmigo”.

“La misericordia de Dios -dijo el soldado- hasta la muerte acompaña a todos, y hasta que haya salido el alma del cuerpo, no se puede dar la sentencia; y esta alma sobre que pleiteamos, aun está en el cuerpo, y tiene discreción para escoger lo bueno”.

“La escritura -replicó el negro- que no puede mentir, dice: Amarás, a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo. Y todo cuanto éste ha hecho, ha sido por temor, no por amor de Dios como debía, y todos los pecados que ha confesado, han sido con poca contrición y dolor. Y pues no mereció el cielo, justo es que se me dé para el infierno, pues sus pecados están aquí manifiestos ante la divina justicia, y nunca de ellos ha tenido verdadera contrición y dolor”.

“Este infeliz, dijo el soldado, esperó y creyó que asistido de la gracia tendría esa verdadera contrición”.

A lo cual le respondió el negro: “Has traído aquí todo cuanto bien ha hecho ése, todas sus palabras y pensamientos que pueden servirle para salvarse; pero todo ello no llega ni con mucho a lo que vale un acto de verdadera contrición y dolor, nacido de la caridad divina con fe y esperanza; y por consiguiente, no puede servir para borrar todos sus pecados. Porque justicia es de Dios, determinada en su eternidad, que nadie se salve sin contrición; y como es imposible que vaya Dios contra este su decreto eterno, resulta, que con razón pido se me dé esta alma para ser atormentada con pena eterna en el infierno”.

¡No!, replicó el soldado, y luego aparecieron innumerables demonios, semejantes a las centellas que salen de un fuego abrasador, y a una voz clamaban diciendo…

“¡Tú amas la justicia, oh Juez!, ¿por qué no declaras ser nuestra esta alma, para que la atormentemos según sus obras?”.

Santa Brígida vidente
OYÓSE DESPUÉS EL SONIDO DE UNA TROMPETA, al cual todos quedaron silenciosos, y al punto dijo una voz:

“Callad y oíd vosotros todos, ángeles, almas y demonios, lo que va a hablar la Madre de Dios”.

Y EN SEGUIDA APARECIÓ ANTE EL TRONO DEL JUEZ LA MISMA VIRGEN MARÍA, trayendo mucho bulto de cosas como escondidas debajo del manto, y dijo a los demonios:

“Vosotros, enemigos, perseguís la misericordia, y sin ninguna caridad pregonáis la justicia. Aunque es verdad que esta alma se halla falta de buenas obras, y por ellas no pudiera ir al cielo, mirad lo que traigo debajo de mi manto. Y alzándolo por ambos lados, veíase por el uno una pequeña iglesia y en ella algunos religiosos; y por el otro lado se veían hombres y mujeres, amigos de Dios, todos los cuales clamaban a una voz, diciendo: Señor, tened misericordia de él”.

REINÓ DESPUÉS UN GRAN SILENCIO Y PROSIGUIÓ LA VIRGEN:

“La Sagrada Escritura dice, que el que tiene verdadera fe en el mundo, puede mudar los montes de una a otra parte. ¿Qué no pueden y deben hacer entonces los clamores de todos estos que tuvieron fe y sirvieron a Dios con fervoroso amor? ¿Qué no han de alcanzar los amigos de Dios, a quienes éste rogó que pidiesen por él, para que pudiera apartarse del infierno y conseguir el cielo, y mucho más cuando por sus buenas obras no buscó otra remuneración que los bienes celestiales? ¿Por ventura, no podrán las lágrimas y oraciones de todos estos bienaventurados ayudar esta alma y levantarla, para que antes de su muerte tenga verdadera contrición con amor de Dios? Yo también uniré mis ruegos a las oraciones de todos los santos que están en el cielo, a quienes éste honraba con particular veneración. Y a vosotros, demonios, os mando de parte del Juez y de su poder, que atendáis a lo que veréis ahora en su justicia".

Y respondieron todos, como con una sola voz: "Vemos, que como en el mundo las lágrimas y la contrición aplacan la ira de Dios, así tus peticiones le inclinan a misericordia con amor”.

DESPUÉS DE ESTO, OYÓSE UNA VOZ que salió del que estaba sentado en el solio resplandeciente, y dijo:

“Por los ruegos de mis amigos tendrá éste contrición antes de la muerte, y no irá al infierno, sino al purgatorio con los que allí padecen mayores tormentos; y acabados de purgar sus pecados, recibirá su premio en el cielo, con aquellos que tuvieron fe y esperanza, pero con mínima caridad.”

Y así que oyeron esto, huyeron los demonios.

Santa Brígida narra luego que ese pecador tuvo que sufrir las más duras penas en el purgatorio "con los que allí padecen mayores tormentos", pues el sufrimiento para purgar las culpas será distinto en cada caso según sea la culpabilidad.

¡QUÉ CONSOLADOR SABER lo mucho que ayudan las oraciones del prójimo! POR ESO, DESDE AHORA, RECEMOS MÁS POR NUESTROS DIFUNTOS para ayudarlos en el juicio de Dios que hayan tenido, que aunque ya sea un juicio pasado, Dios, con su mirada sobre todos los tiempos, veía las oraciones que se iban a hacer por determinada alma, y así podría haberles concedido el perdón antes de haber comparecido ante su divina presencia.

Y NOSOTROS, DESDE AHORA, TENGAMOS MAYOR DEVOCIÓN A LOS SANTOS, pidámosles que rueguen siempre por nosotros, especialmente en la hora de nuestra muerte; Y CLARO ESTÁ, TENGAMOS MAYOR AMOR Y DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA, y recemos con fervor, esas palabras que a menudo decimos distraídos:

“Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Y TAMBIÉN TENGAMOS AMIGOS EN ESTE MUNDO, a quienes ayudemos por nuestras limosnas, caridad, consejos, amor, para que ellos rueguen a Dios por nosotros, especialmente en la hora de nuestra muerte y también después de ella. Pues aunque nos hayamos salvado, también necesitaremos su ayuda para mitigar los terribles tormentos del Purgatorio.

LAS PENAS QUE SUFREN LAS ALMAS DEL PURGATORIO son muchas en cantidad, son indecibles en intensidad, y en duración, parecen muchas veces casi interminables.

CONCLUSIÓN

QUE ESTAS REFLEXIONES NOS AYUDEN a tener mayor amor por las almas del Purgatorio, y a no cesar jamás de rezar por ellas. ALGÚN DÍA, TAMBIÉN EL TURNO NOS LLEGARÁ A NOSOTROS: vendrá la muerte, vendrá el terrible juicio de Dios, ¿qué será de nosotros?

¡NO TENGAMOS MIEDO!, desde ahora preparémonos bien para nuestro juicio, purifiquemos nuestras almas con frecuentes confesiones, y hagámonos amigos de las almas del Purgatorio, para que ellas al llegar al cielo, rueguen a su vez por nosotros.

SANTA BRÍGIDA, EN UNA VISIÓN, OYÓ UNA VEZ QUE UN ÁNGEL EXCLAMÓ: “¡Bendito de Dios sea, el que en el mundo ayuda las almas con sus oraciones y con el trabajo de su cuerpo!”.

Y TAMBIÉN OYÓ MUCHAS VOCES DESDE EL PURGATORIO QUE DECÍAN: “¡Dios se lo pague a aquellos que nos ayudan y suplen nuestras faltas! ¡Oh Señor Dios!, da de tu incomprensible poder, el ciento por uno, a todos los que en el mundo nos ayudan y nos elevan con sus buenas obras, para que veamos la luz de tu Divinidad, y gocemos de tu presencia y divino rostro”.

OREMOS POR LOS DIFUNTOS, mandémosles decir misas, para que las almas del purgatorio salgan pronto y alcancen la bienaventuranza eterna. También OREMOS POR LOS VIVOS e igualmente pidamos misas para ellos, porque la Madre de Dios nos reveló -en Fátima- que muchos se condenan porque no hay quien los tenga presentes en sus oraciones. Muchas personas jamás tienen en cuenta a los vivos, pues parecieran ignorar que también a las personas vivas se puede aplicar el Santo Sacrificio de la Misa con gran provecho. ¿Qué mejor regalo puede haber para un difunto o un ser querido vivo que mandarle ofrecer una Santa Misa y orar frecuentemente por él?
(texto extraído de: http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com.ar)

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