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sábado, 10 de noviembre de 2012

Dios no puede perdonarnos sin más: necesita de nuestro arrepentimiento, porque eso es una muestra de nuestra libertad


Dios es amor, cierto, pero también es santo o justo. La Biblia dice que todos hemos pecado y que la paga del pecado es la muerte. También dice que está escrito que se muera una vez y después de eso el juicio (con lo cual nadie se puede arrepentir después de muerto). La Biblia dice "He aquí el tiempo aceptable, ahora es tiempo de salvación". 

Dios no puede perdonarnos sin más, pues no sería justo. Si un ladrón es juzgado, se declara culpable y le dice al juez que se arrepiente y que le deje ir, ¿qué hará el juez?. Por cierto que le hará cumplir igualmente su condena, sino no sería justo ni estarían los bancos tranquilos. Cuanto más el Juez Divino ha de castigar el pecado. Pero como nos ama y no quería que pereciéramos  pagó Él mismo la pena haciéndose carne y dando su vida en una Cruz, para luego resucitar y prepararnos un lugar en el Cielo. Es como si el Juez se bajara del estrado y pagara Él mismo la multa. De esa forma es justo y además libra a Su ser amado. 

Todos podemos salvarnos del infierno (muy real y relatado en muchas partes de la Biblia, como el Sermón de la Montaña) arrepintiéndonos en esta vida y aceptando el regalo de salvación de Jesús, entregándole nuestras vidas. Eso se hace con una sencilla confesión, una oración de corazón y la Eucaristía. 

A nadie le gusta el infierno, todos queremos hacer impunemente lo que nos da la gana y eso hace más cómodo negarlo, pero eso no quita que sea real. Dios perdona si te arrepientes, pero porque Alguien pagó por ti. Nosotros podemos perdonar, pero no somos jueces y no hemos de aplicar justicia. Dios es santo y justo y sí que debe hacerlo. No es necesario llegar al castigo, Dios no lo quiere. Pero hemos de tomar su antídoto, Jesucristo. Él dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre si no es por Mí". 

La Biblia también dice en Proverbios 14:12 "hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte". Jesús ya nos enseñó el camino. Sólo hemos de seguirlo para salvarnos. No según nos convenga sino como establece ÉL, que es el guía. Algunos dirán que el arrepentimiento es suficiente. ¿Acaso basta el arrepentimiento en nuestra justicia moderna? Has visto algún juez que quite la pena a alguien porque se arrepienta?. Cualquier ofensa requiere un pago o restitución. Porque Él es el único Justo y, por lo tanto, digno y autorizado para hacer justicia. Por eso dice: "Mía es la venganza" y nos manda no tomarnos nosotros la justicia por nuestra mano, sino dejársela a Él. Es nuestra justicia la que intenta ser un reflejo de la de Dios, no al revés. Por otro lado, el arrepentimiento en nuestro caso ya es suficiente porque Jesús pagó por nosotros. 

Los que se condenan no podrán jamás decir en el infierno: "Me condené por mala suerte". Dirán: "Qué tonto fui, cómo perdí el tiempo en la Tierra", "Con lo fácil que era salvarse". Salvarse es "fácil". Sólo se requiere una cosa: Coger la cruz de Cristo y seguirle. 

Lo que ocurre es que hoy día la gente tiene mucho miedo a la Cruz. La Cruz es sinónimo de: -Penitencia. -Mortificación. -Sacrificio. -Cumplimiento del deber de estado. -Oración. -Buenas obras. 

Es más fácil (sin comillas) ir por el otro lado. Aunque Cristo se te apareciese podrías decir que era una ilusión. Si quedasen fotos, podrías decir que era un montaje. Si hiciese milagros para ti podrías sospechar que se trata de un marciano de una cultura superior con conocimientos desconocidos, no de Dios. Dios ha hecho al hombre libre, y libremente puede empeñarse en no apostar por Dios, no importa cuantas pruebas se les den. 

En el mundo, tal como es, hay pruebas suficientes para creer y pruebas suficientes para dudar: ningún milagro puede cambiar esto. En la sala del alcalde de Zaragoza un acta notarial del s.XVII dice que a un tal Miguel Pellicer de Calanda le volvió a su sitio una pierna amputada tres años antes en el Hospital de la ciudad. Es cosa tuya creer en un acta notarial llena de sellos y firmas, lo que los historiadores suelen considerar un documento fiable. 

Este es el misterio de la libertad: tener poder para elegir la opción equivocada. 

¿Quién puede ser misericordioso sin usar de la justicia? 

Puesto que todos somos culpables de nacimiento, de ahí abogar a Su misericordia divina. Misericordia para el que ha obrado bien y se le ha tenido por mal, o para el que ha obrado mal y se le ha tenido por bien. Es precisamente que tenemos vida para que a través de los sentidos podamos decidir por cuál optamos, (por la luz o por las tinieblas). Realmente vería un sinsentido examinar a los alumnos en esta vida, si todos estuviesen aprobados ya de antemano.

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