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viernes, 16 de noviembre de 2012

El Cielo, alegría, amor, hermosura, imposibles de describir, imaginar o pensar






LA VISIÓN BEATÍFICA DE LOS BIENAVENTURADOS





SAN PABLO
1 Corintios 2, 9
Antes bien, como está escrito:
Cosas que el ojo no vio, ni el oído oyó,
ni ha concebido el corazón del hombre,
son las que Dios ha preparado para los que Le aman.


2 Corintios 12, 1-4
Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.
Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. 




SANTA TERESA DE JESÚS
"Íbame el Señor mostrando grandes secretos... Quisiera yo dar a entender algo de lo menos que entendía, y pensando cómo puede ser, hallo que es imposible; porque en sola la diferencia que hay de esta luz que vemos a la que allí se representa, siendo todo luz, no hay comparación, porque la claridad del sol parece muy desgastada. En fin, no alcanza la imaginación, por muy sutil que sea, a pintar ni trazar cómo será esta luz, ni ninguna cosa de luz que el Señor me daba entender como un deleite tan soberano que no se puede decir; porque todos los sentidos gozan en tan alto grado y suavidad, que ello no se puede encarecer, y así es mejor no decir más." 
Un día de la Fiesta de San Pablo, durante la misa, vi a Nuestro Señor en su Santa Humanidad, toda entera, tal como se le representa resucitado. Se me apareció en una Bondad y una Majestad incomparables ... No temo decirlo, no tendríamos nosotros otro espectáculo para gozar de nuestra vida en el cielo, que el de la gran bondad de los cuerpos glorificados, y en particular la Santa Humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, eso sería una gloria inmensa. Y si ahora Nuestro Señor no se hace conocer aquí abajo más que de una manera conforme a nuestra debilidad; ¿cómo será en el Cielo, donde nosotros disfrutaremos plenamente de tan gran Bien?




SANTA FRANCISCA ROMANA
En cierta ocasión, llevada de la mano misma de Dios, penetró en el paraíso. Esta visión celeste es más rica de detalles: primero está el cielo estrellado, cuyos mundos, mayores que la tierra, flotan a enormes distancias; después, el cristalino, más brillante todavía, y finalmente el empíreo, que es el más sublime. Su visión más alta fue la del Ser antes de la creación de los ángeles. Era un círculo espléndido e inmenso, que sólo en sí mismo descansaba. Bajo el círculo infinito, el desierto de la nada, y dentro de él una como columna deslumbrante en que se reflejaba la divinidad. Allí, unos caracteres; principio sin principio y fin sin fin. Luego aparecieron los ángeles a semejanza de copos de nieve que cubren las montañas. Y Cristo dijo a la vidente: "Yo soy la profundidad del poder divino. Yo he creado el cielo, la tierra, los ríos y los mares. Yo soy la sabiduría divina. Soy la altura y la profundidad; soy la esfera inmensa, la altura del amor, la caridad inestimable. Por mi obediencia, fundada en la humanidad, he redimido al género humano".
"¡Oh, quién pudiese deciros lo que el corazón siente y como se consume y arde interiormente! Pero no encuentro palabras para expresarlo. Sólo me es dado decir que si una gota de eso que siento cayese en el infierno, el propio infierno se convertiría en un paraíso."

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