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viernes, 16 de noviembre de 2012

Dios es mi Padre



DIOS ES MI PADRE


Dios es mi Padre. Este es el grito que hoy se hace siempre más frecuente en el mundo: los hombres reconocen a Dios como Padre. Sentimos por lo tanto el deber de publicar un mensaje de Dios Padre, donado al mundo por medio de una criatura que tanto Lo ha amado y Lo ama, Sor Eugenia Elisabetta Ravasio, y reconocido válido por la Iglesia.
Consideramos oportuno comenzar esta publicación con el testimonio de S.E. Mons. Alexandre Caillot, Obispo de Grenoble, quién en 1935 instituyó una comisión de expertos, convocados en varias partes de Francia, para iniciar un proceso diocesano que duró diez años.
Hicieron parte de la comisión, entre otros, el Vicario del Obispo de Grenoble Mons. Guerry, teólogo, los hermanos jesuitas Alberto y Augusto Valencin, máximas autoridades en el campo filosófico y teológico, y expertos en valuaciones de casos símiles - y dos doctores en medicina, uno de los cuales era psiquiatra.
Seguros que tal Mensaje ayudará a los hombres a comprender la profunda ternura del Padre para cada uno de nosotros, esperamos que tenga la mayor difusión.
P. Andrés D'Ascanio


Madre Eugenia Elisabetta Ravasio
Quién es Madre Eugenia?
Quién es esta criatura que el Padre llamaba "mi hija predilecta... mi plantita? Pensamos que Madre Eugenia es una de las más grandes Luces de estos tiempos: es el pequeño profeta de una Iglesia nueva en la cual el Padre está al centro y en el vértice de cada fe, y la Unidad es el máximo ideal de toda espiritualidad. Es la luz que el Padre donó al mundo en este tiempo de caos y de obscuridad, para que se conozca el camino que hay que seguir.
Nació en San Gervasio d'Adda, Italia (ahora se llama Capriate San Gerva- sio), un pequeño centro en la provincia de Bérgaino, el 4 de Septiembre de 1907, en una familia de origen campesina.
Frecuentó só1o la escuela primaria, y después de laborar algunos años en una fabrica, ingresó en la Congregación de Nuestra Señora de los Apóstoles, cuando apenas tenia veinte años. Es all{ donde desarroIIó su gran personalidad carismática que la hizo elegir, a solo 25 años, Madre General de la misma Congregación.
Prescindiendo de su dimensión de espiritual, para haceria entrar en la Historia bastaría su extraordinaria acción en el campo social: en doce años de actividad misionera abrió mas de setenta centros - con enfermería, escuela e iglesia - en los lugares mds abandonados de Africa, Asia y Europa.
Descubrió la primera medicina para curar la lepra, sacándola de la semilla de una planta tropical; medicina que fue después estudiada y elaborada por el Instituto Pasteur de Paris.
Lanzó en el apostolado a Raoul Follereau, que siguiéndole las huellas, y con la bases que ella puso es considerado el apóstol de los leprosos.
Ideó, proyectó y realizó en Azopté (Costa de Marfíl), durante los años 1934- 41, la "Ciudad de los Leprosos": un inmenso centro para dar asilo a estos enfermos que se extiende sobre una superficie de 200.000 metros cuadrados, y que hasta ahora perdura como un centro de vanguardia en Africa y en el mundo. Por esta obra Francia concedió a la Congregación de las monjas misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles - de la cual la Madre Eugenia había sido Superiora General desde 1935 hasta 1947 - la máxima condecoración nacional por obras de cardcter social.
Pero el legado más importante que Madre Eugenia nos ha dejado ha sido el Mensaje del Padre ("El Padre habla a Sus hijos"), la única revelación hecha personalmente por Dios Padre y reconocida auténtica por la Iglesia después de diez años de rigurosísimos exámenes. Publicamos al inicio del texto el testimonio que S.E. Mons. Alexandre Caillot, Obispo de Grenoble, extendió al final de la encuesta.
Es digno de nota el hecho de que el Padre - en 1932 - dictó el Mensaje a Ma- dre Eugenia en latín, un idioma para ella totalmente desconocido. En 1981 conocimos tal mensaje y en 1982 - 50 aniversario - lo publicamos en italiano.
Los muchos prodigios que de eso ban brotado nos han inducido a difundir- lo gratuitainente, especialmente en las cárceles, en los cuarteles y en los hospitales. Hemos publicado las ediciones en inglés, francés, español, alemán, ruso, italiano, ucraniano, húngaro, coreano, portugués, árabe, holandés, polaco, albanés, dentro de poco en chino y japonés.
Madre Eugenia regresó al Padre el 10 de Agosto de 1990.


Testimonio de su excelencia Mons. Caillot Obispo de Grenoble, después del informe redactado durante la encuesta canónica hecha en relación con Madre Eugenia.
Han pasado diez años desde que, como Obispo de Grenoble, decidí la apertura de una encuesta sobre el caso de madre Eugenia. Poséo ahora elementos suficientes para llevar a la Iglesia mi testimonio de Obispo. La primera certidumbre que sale a la plena luz de la encuesta:
1) Aquella de las virtudes sólidas de madre Eugenia.
Desde el inicio de su vida religiosa la monja llamaba la atención de sus superioras por su piedad, su obediencia y su humildad.
Las superioras, turbadas por el carácter extraordinario de los hechos que se habían verificado durante el noviciado de la monja, estaban decididas a no tenerla en el convento. Titubeaban y tuvieron que renunciar al proyecto ante la vida ejemplar de la religiosa.
Durante la encuesta, Sor Eugenia dió pruebas de gran paciencia y de una perfecta docilidad, sometiéndose sin lamentarse a todos los exámenes médicos, respondiendo a los interrogatorios de las comisiones teológicas y médicas, que eran a menudo largos y penosos, y aceptando las contradicciones y las dificultades.
Todos los inquisidores elogiaron sobre todo su simplicidad.
Según el testimonio de los teólogos, varias circunstancias permitieron también descubrir, que la monja era capaz de practicar la virtud hasta el punto heróico, especialmente la obediencia en la encuesta del Rev. P. Auguste Valentin, en Junio de 1934, y la humildad en la dolorosa jornada del 20 de Diciembre de 1934.
Puedo certificar que, en sus funciones de superiora general, la encontré muy dedicada a su deber, consagrándose a su tarea - que, sin embargo, tenía que parecerle muy dificil dado que no estaba preparada - con amor por las almas, la congregación y la Iglesia. Los que viven cerca de ella están impresionados, como lo estoy también yo, por su fuerza de ánimo durante las dificultades.
No son sólo las virtudes las que me impresionan, son las cualidades que la madre revela en el ejercicio de la autoridad y el hecho de que una religiosa poco instruida logre ocupar la más alta función en su congregacion. Ya en esto hay algo de extraordinario y, desde este punto de vista, la encuesta que hizo mi Vicario General Mons. Guerry, el día de la elección, es muy sugestiva. Las respuestas de las capitulares, todas superioras o delegadas de las diversas misiones, demostraron que escogían a madre Eugenia como superiora general - a pesar de su joven edad y de los obstáculos canónicos que normalmente habrían dejado a parte la idea de su nombramiento - por sus cualidades de juicio, de equilibrio, de energía y de firmeza. La realidad parece haber sobrepasado mucho más allá de la esperanza que las electoras ponían en aquella que escogían.
Lo que más he notado en ella es, ante todo, su inteligencia luminosa, vivaz y penetrante. He dicho que su instrucción había sido insuficiente, por razones que, por otro lado, fueron ajenas a su voluntad: la larga enfermedad de su madre la obligó desde muy joven a tomar en sus manos el cuidado de la casa y a ausentarse muy a menudo de la escuela. Después hubieron, hasta su ingreso en el convento, duros años de vida como tejedora en una fábrica. A pesar de estas lagunas de base, cuyas consecuencias se hacen notar con claridad en la composición y en la ortografía, madre Eugenia dá muchas conferencias en su conmunidad. Hay que notar, que ella misma redactó las circulares para la congregación y los contratos concluídos con los municipios o los concejos de administración, para los institutos hospitalarios confiados a las monjas de Nuestra Señora de los Apóstoles. Compuso un largo directorio.
Una situación la vé clara y justa, como en un caso de conciencia. Sus directivas son netas y precisas y particulannente prácticas. Conoce a cada una de sus 1.400 hijas, con sus aptitudes y sus virtudes, y tiene mucha capacidad en escoger las que son más cualificadas para los nombramientos en las diversas tareas. También tiene un exacto y personal conocimiento de las necesidades y de los recursos de su congregación, y de la situación de cada Casa. He visitado todas sus misiones.
Queremos subrayar también su espiritu de previsión. Dió las órdenes nece- sarias para que en el futuro, cada instituto hospitalario o escolástico tenga monjas graduadas y todo lo necesario para vivir y desarrollarse. En fin, me parece particularmente interesante hacer notar que madre Eugenia parece estar dotada de un espiritu de decisión, del sentido de la realidad y de una voluntad para realizar las cosas. En seis años abrió 67 fundaciones y supo realizar mejorias muy útiles en la congregación.
Si pongo en evidencia sus cualidades de inteligencia, de juicio, de voluntad, y sus aptitudes de administración, es porque me parecen que son tales para poder eliminar definitivamente todas las hipótesis examinadas durante la encuesta, pero que eran impotentes para dar una explicación satisfactoria: hipótesis de alucinaciones, de ilusiones, de espiritismo, de histerismo y de delirio.
La vida de la madre es una constante demostración de su equilibrio mental y general, y este equilibrio hasta parece ser - a la mirada de los observadores - la nota dominante de su personalidad. Las otras hipótesis de sugestionable, de manejable, que habían llevado a los inquisidores a preguntarse si no estuviesen en presencia de un carácter muy impresionable, como un espejo labrado que resiente de todas las influencias y las sugestiones, fueron igualmente rechazadas por la realidad cotidiana. Madre Eugenia, aunque estaba dotada de un carácter sensible y de un temperainento emotivo, dió pruebas de que no daba preferencias a nadie, y que lejos de dejarse influenciar por las opiniones humanas sabía fijar sus proyeetos, su actividad, sus realizaciones, e imponerse a los demás con su luz personal. Un simple relato aclarará más que todos los juicios: al día siguiente después de su elección, como superiora general, tuvo que proceder a algunas elecciones de superioras; bien, no titubeó en substituir a una de aquellas que habían apenas votado por ella: desembarcando en Egipto, ésta superiora local supo del cambio, notificado por correo aéreo.
2) Acerca del objeto de su misión:
El objeto de la misión que habría sido conflada a madre Eugenia es preciso, y me parece legitimo y oportuno, desde el punto de vista doctrinal.
Objeto preciso: dar a conocer y glorificar al Padre, sobre todo con la institución de una fiesta especial solicitada a la Iglesia. La encuesta ha establecido que una fiesta litúrgica en honor del Padre estaría bien en la linea de todo el culto católico, conforme al movimiento tradicional de la oración católica, que es una ascensión hacia el Padre, por medio del Hijo, en el Espiritu, como lo prueban las oraciones de la Misa y la oblación litúrgica al Padre en el Santo Sacrificio. Sin embargo, es extraño que no exista ninguna fiesta especial en honor del Padre: la Trinidad esta glorificada como tal, el Verbo y el Espiritu Santo están glorificados en sus misiones y en sus manifestaciones exteriores, sólo el Padre no tiene ninguna fiesta propia, que atraería la atención del pueblo cristiano sobre Su Persona. Hay que atribuir esta ausencia de una fiesta litúrgica en Su Honor al hecho de que, una encuesta muy amplia entre numerosos fieles ha revelado que, en las diversas clases sociales y hasta entre numerosos sacerdotes y religiosos: "El Padre no es conocido, no se le reza, no se piensa en El". El investigador descubre también con estupor que un gran número de cristianos se alejan del Padre porque ven en El un Juez terrible. Prefieren dirigirse a la humanidad de Cristo, y cuántos le piden a Jesús que los proteja contra la cólera del Padre!
Por lo tanto, una fiesta especial haría restablecer, como primer efecto, el orden en la piedad de muchos cristianos, y los volvería a conducir a la entrega del divino Salvador:
"Todo lo que pediréis al Padre en mi Nombre..." y todavia: "De ahora en adelante rezaréis asi: Padre Nuestro ......
Una fiesta litúrgica en honor del Padre tendría también el efecto de alzar la mirada hacia Aquel que el Apóstol Santiago llamaba: "el Padre de la luz, del cual nos llegan todos los dones ...... Acostumbraría a las almas a tener en consideración la Bondad divina, los beneficios que reciben de Dios, Su Providencia paternal, y el hecho que esta Providencia es precisamente la de Dios Trinidad; y es por su naturaleza divina común a las Tres Personas que Dios expande sobre el mundo los tesoros inefables de su Misericordia infinita
A primera vista pareciera, por lo tanto, que no existe ninguna razón especial para glorificar al Padre en particular, sin embargo, quizás que no es el Padre el que envió a Su Hijo al mundo? Si es sumamente justo rendir un culto al Hijo y al Espiritu Santo por sus manifestaciones exteriores, no seria justo y debido rendir gracias a Dios Padre, como lo solicitan los prefacios de la Misa, por el don de Su Hijo que nos ha hecho?
En manera neta, el objeto propio de esta fiesta especial es el siguiente: glorificar al Padre, agradecerle, alabarlo por habernos donado a Su Hijo; en una sola palabra, como dice exactamente el mensaje: como autor de la Redención. Rendir gracias a Aquel que ha amado tanto al mundo hasta el punto de dar a Su único Hijo para que todos los hombres, reunidos en el Cuerpo Místico de Cristo, reasuman este Hijo, para volverse hijos en El. En los momentos en que el mundo, turbado por las doctrinas del laicismo, del ateismo y por las filosofías modernas, no conoce a Dios, al verdadero Dios, esta fiesta no haría conocer a muchos al Padre viviente que Jesús nos ha revelado, al Padre de misericordia y de bondad? No contribuiría a aumentar el número de los adoradores del Padre "en espíritu y verdad" que Jesús anunció? Al momento en que el mundo, revuelto por las guerras mundiales, está sintiendo la necesidad de buscar un principio sólido de unión para un acercamiento entre los pueblos, esta fiesta traería una gran luz, enseñando a los hombres que todos ellos tienen en el Cielo el mismo Padre; !aquél que les ha donado a Jesús, hacia el cual los atrae, como miembros de Su Cuerpo místico, en unidad del mismo Espíritu de Amor! Al momento en que tantas almas extenuadas o cansadas por las dificultades de la guerra podrian estar ávidas de encaminarse hacia una profunda vida interior, esta fiesta no sería capaz de llamarlas "desde adentro" para adorar al Padre que está en el secreto, y para ofrecerse en una oblación filial y generosa al Padre, única fuente de la vida de la Trinidad Santa en ellos? Una tal fiesta no conservaría el hermoso movimiento de la vida sobrenatural que arrastra, lógicamente, a las almas hacia la infancia espiritual y - mediante la confianza - hacia la vida filial con el Padre, al abandono a la Voluntad divina, al espíritu de fe?
Por otra parte hay que poner un problema de doctrina, diverso de esta cuestión de una fiesta especial, cualquiera que sea la decisión de la lglesia sobre este punto. llustres teólogos piensan que la doctrina de las relaciones del alma con la Trinidad tenga que ser profundizada, y que ella podría ser para las almas una fuente de luz sobre la vida de unión con el Padre y el Hijo, de la cual nos habla San Juan, y sobre la participación a la vida de Jesús, Hijo del Padre, especialmente a Su caridad filial por el Padre.
Cualquier cosa que resulte de estos problemas teológicos, lo que quiero subrayar aquí es este hecho: una pobre ignorante en teología declara haber tenido comunicaciones divinas que podrian ser muy ricas de doctrina.
Las construcciones imaginarias de una visionaria son pobres, estériles, incoherentes. Por el contrario, el mensaje que madre Eugenia dice que el Padre le confió, es fecundo, con un cruce armonioso de dos caracteres que lo hacen más seguro: por una parte eso se presenta como tradicional en la Iglesia, sin ningún aspecto de novedad que podría hacerlo tachar de sospechoso, porque repite incesantemente que ya todo se ha dicho desde la revelación de Cristo sobre su Padre, y que todo está en el Evangelio. Pero por otra parte declara que esta verdad del conocimiento del Padre hay que reflexionarla, profundizarla y vivirla.
La desproporción entre la debilidad del instrumento - incapaz de descubrir por si mismo una doctrina de tal naturaleza y la profundidad del mensaje que la monja nos trae, no deja entrever el hecho de que una causa superior, sobrenatural, divina, intervino para confiárle este mensaje?
Humanamente yo no veo como se podría explicar el descubrimiento, de parte de la monja, de una idea de la cual los teólogos inquisidores han entrevisto sólo poeo a poeo la originalidad y la fecundidad.
Igualmente, otro hecho me parece muy sugestivo: cuando Sor Eugenia anunció que habia tenido las apariciones del Padre, los teólogos inquisidores replicaron que las apariciones del Padre eran, por si mimas, imposibles, que esas no se habian nunca realizado en la historia; a estas objeciones la monja resistió declarando simplemente: "El Padre me dijo que describiera lo que veía. Él le pide a sus hijos teólogos que busquen". La monja no ha cambiado nunca nada en sus explicaciones, mantuvo sus afirmaciones por largos meses. Fué sólo en Enero de 1934 que los teólogos descubrieron, en el mismo Santo Tomás de Aquino, la respuesta a la objeción que ellos ponían.
La respuesta del gran doctor sobre la distinción entre la aparición y la misión fue luminosa. Esa elimina el obstáculo que paralizaba toda la encuesta. Contra los sabios teólogos la pequeña ignorante tenía razón. Cómo explicar humanamente, también en este caso, la luz , la sabiduría, la perseverancia de la monja? Una falsa visionaria habría tratado de adaptarse a las explicaciones de los teólogos. La monja resistió: he aquí las nuevas razones por las cuales su testimonio nos parece digno de ser apoyado con conflanza. 1
De todos modos, lo que me parece digno de nota es esta actitud de recato tomada en relación con lo maravilloso. Mientras que las falsas misticas ponen en el primer puesto y, es más, no ven otra cosa que, las cosas extraodinarias, éstas, en el caso de la monja, estfin puestas en segundo lugar, como titulo de prueba y de medios. Hay una ausencia de exaltación, un equilibro de valores que dan buena impresión. De la encuesta de los teólogos diré sólo pocas cosas. Los reverendos padres Alberto y Augusto Valencin son estimados por la autoridad filosófica y teológica, y tambidn por sus conocirnientos de vida espiritual. Ya habían tenido que intervenir en otras circunstancias por hechos de la misma naturaleza que, como esta vez, les habían sido sometidos a examen.
Sabemos que lo hicieron con mucha prudencia. Estas son las razones por las cuales los hemos escogido.
Estamos muy agradecidos por esa colaboración que fue devota y verdaderamente escrupulosa. Sus testimonios en favor de la monja y en favor de una explicación sobrenatural de los hechos en su totalidad tienen mucho más valor porque se han demorado por mucho tiempo, siendo primero hostiles y escépticos y despuds titubeantes. Se convencieron poco a poco después de haber puesto toda clase de objeciones, y de haberle impuesto a la monja duras pruebas.
CONCLUSIONES
De acuerdo con mi alma y con mi conciencia, con un vivísimo sentido de mi responsabilidad ante la lglesia, declaro: que la intervención sobrenatural y divina me parece la única capaz de dar una explicación lógica y satisfactoria al conjunto de hechos.
Quitando todo lo que lo rodea, este acontecimiento exceptional me parece que está lleno de nobleza, de elevación y de fecundidad sobrenaturales.
Una humilde religiosa ha llamado a las almas hacia el verdadero culto, el del Padre, tal como Jesús lo enseñó y como la Iglesia lo ha fijado en su liturgia.
En esto no hay nada de alarmante, nada que no sea muy simple y conforme con una sólida doctrina.
Los hechos maravillosos que acompañan este mensaje podrían estar desasociados de aquel acontecimiento central, que conservaría todo su valor. La Iglesia diría si la idea de la fiesta especial puede tenerse en consideración, separadamente del hecho particular de la monja y por razones doctrinales.
Yo creo que la gran prueba de la autenticidad de la misión de la monja nos la dá la manera como ella aplica en la vida real la hermosa doctrina que tenía que recordar. Creo conveniente dejarla continuar su obra. Creo que allá está el dedo de Dios, y después de diez años de búsquedas, de reflexiones y de oraciones, bendigo al Padre por haberse dignado escoger a mi diócesis como lugar de manifestaciones tan conmovedoras de Su Amor.
+ ALEXANDRE CAILLOT
Obispo de Grenoble

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