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sábado, 28 de septiembre de 2024

Una mujer que se burlaba del Infierno: "¡Estoy en el Infierno!"

 


UNA MUJER QUE SE BURLABA DEL INFIERNO

Era el año 1717 y San Francisco Jerónimo predicaba, como de costumbre, en las cercanías de la ciudad de Nápoles. Él hablaba del Infierno y del terrible castigo que les espera a los pecadores obstinados.

Una mujer que vivía por allí, llevada por el remordimiento provocado por el sermón, comenzó a importunar con abucheos y gritos acompañados de instrumentos resonantes. Y como ella seguía allí en la ventana, exclamó el Santo: “Ten cuidado, hija mía. Si te resistes a la gracia, dentro de ocho días Dios te castigará”. Pero la pobre mujer continuó haciendo aún más estruendo.

Ocho días pasaron y el predicador se hallaba de pie frente a la casa. Esta vez había silencio. Las ventanas se encontraban cerradas. Los asistentes, con consternación en el rostro, dijeron al Santo que Catalina, quien no era una mala mujer, había muerto repentinamente unas horas antes. Respondió él: “¿Murió? Pues ahora nos dirá qué ganó burlándose del Infierno. Vamos a preguntárselo”. Estas palabras las pronunció como en un tono inspirado, y todo el mundo aguardaba un milagro.

Seguido de una gran multitud, se dirigió a la habitación de la difunta, y allí, luego de orar un rato, descubrió el rostro del cadáver y dijo en voz alta: “¡Catalina, dinos dónde te encuentras ahora!” Ante la orden, la difunta levanta la cabeza, abre sus ojos, su rostro toma color, su fisionomía adquiere una expresión de horrible desesperación, y con voz llena de aflicción dice: “¡En el Infierno! ¡Estoy en el Infierno!” Y de inmediato cae en estado de cadáver como antes.

“Yo estuve presente en ese hecho”, dijo uno de los testigos que declaró ante el tribunal apostólico, “pero jamás encontraré las palabras para describir la impresión que esto causó en mí y en los demás asistentes, ni lo que todavía siento cada vez que paso frente a esa casa y miro a la ventana. A la vista de aquella casa aún retumba en mis oídos el terrible grito: “¡En el Infierno! ¡Estoy en el Infierno!”

Del libro “El Dogma del Infierno”, del Sacerdote Jesuita François-Xavier Schouppe.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Las últimas palabras de satanistas y ateos antes de morir: ¡se enfrentan al Infierno!

 


Las últimas palabras del famoso satanista Anton Szandor LaVey, fundador de la Iglesia de Satán, en su lecho de muerte fueron: “¡Dios mío, Dios mío, qué he hecho! ¡Algo está muy mal, algo está muy mal, algo está muy mal!”


Voltaire, ateo, dijo: “¡Dios y los hombres me han abandonado! ¡Voy al infierno! ¡Oh, Jesucristo!”


David Hume, ateo, dijo mientras yacía moribundo en completa desesperación: “¡Estoy en llamas!”


Thomas Payne, ateo, dijo: “Daría mundos, si los tuviera, si La edad de la razón nunca se hubiera publicado. ¡Oh, Señor, ayúdame! ¡Cristo, ayúdame! ¡Quédate conmigo! ¡Es el infierno estar solo!”


Thomas Scott, ateo, dijo: “Hasta ahora he pensado que no había ni Dios ni el infierno. Ahora sé y siento que existen ambas cosas, y estoy condenado a la perdición por el justo juicio del Todopoderoso”.


Aleistair Crowley el hombre más malvado de Inglaterra: “Estoy perplejo. ¡Satanás, sal de aquí!”


Si al final no había nada despues de la muerte y la realidad es que no existía un Dios, ni un cielo, ni un infierno, pues no perdiste nada, pero si al final si hay un Dios, un cielo, un infierno y una vida eterna, lo perdiste todo.


¡La eternidad es demasiado larga para estar equivocado!